miércoles, 31 de diciembre de 2008

Chau, 2008

Princesa,

Hoy es el último día del año, un año que vio cambiar mi vida por completo -o mejor dicho, la nuestra, porque debo incluir a tu mamita-. Dentro de un poco más de una semana cumplirás tres meses, y a pesar que a diferencia de los últimos años no la pasaré bailando con tu mamá, debo decir que no echo en falta una fiesta para esta noche. Hoy, después de muchos años, estaremos en familias (así, en plural, porque nos reuniremos tus abuelitos Manolo, Amanda, Elba y tus tíos Roberto y José Luis). Será un año nuevo distinto y tranquilo.



Tu primera Navidad, nuestra primera Navidad contigo, fue todo un suceso. Como no se pudo juntar a ambas familias, decidimos turnarnos cada año y empezar por la familia de tu mamita, que a su vez también se turna pasándola en casa de tu abuelita Elba o de su hermana, tu tía Pilar, en cuya casa recibimos la medianoche.

Estuviste tranquilísima, y esa es una de las cosas que más nos gusta de ti. No lloraste ni renegaste; parecía que a pesar del bullicio y los cohetones querías mantenerte en paz. Es más, estuviste coqueteando con casi todos, sonriéndoles y poniéndote china cuando tus cachetotes se levantaban al reir. Tu mamita y yo te tuvimos cargada al inicio, aunque luego fue inevitable que luego pasaras por varios brazos más. Pero una de las cosas que más me sorprendió es que luego de estar con tu abuelita Elba te quedaras con tu tía Pilar, que parecía tan feliz y chocha como si fueras su propia nieta. Te tuvo un buen rato en brazos, casi inmóvil y casi en silencio; igual que tú, que parecías estar muy cómoda y calientita. Me dio mucho gusto verte así, y me sentí muy agradecido hacia ella por tratarte con tanto cariño.

Es una pena que para esta ocasión tengas que recurrir en un futuro a las fotografías y cuando sea el momento a este texto, pero debo contarte que estuviste regaladísima. Todos tuvieron algún detalle contigo; tu mamita y yo nos quedamos gratamente sorprendidos, porque a pesar que sabíamos que esta noche serías la estrella junto con tu primito Niklas, no esperábamos tanto. Yo ya no sabía cómo agradecer los detalles. Y me refiero no sólo a los regalos, sino a todo el cariño que recibiste.

Luego que terminó todo, nos fuimos a la casa de tu abuelita Elba, que está a unas cuantas cuadras de la casa de tu tía Pilar. Tu mamita estaba tan cansada que me pidió 15 minutos para dormir un poco antes de salir a nuestra casa. Debo confesar que no me gustó mucho la idea porque sabía que luego sería más cansado el salir, pero el sillón, de tan mullido, me terminó de convencer.

En lo que para mí fueron unos minutos luego de cerrar los ojos, escuché que me llamaba tu mamita. "¡Gianmarco!" - abrí los ojos. Puf... era ya de día, nos habíamos quedado dormidos y habíamos seguido de largo. Tú te habías quedado en tu asiento del auto, que habíamos subido y dejado en otro sillón. Debían haber sido casi las siete de la mañana, y tu mamita te despertó para que lactaras. Bueno, nuestros planes habían cambiado.

Un rato después, estábamos en casa de mis papás, tus abuelos Amanda y Manolo. Antes tuve que regresar al departamento para traer ropa y pañales adicionales para ti, y pasamos en casa todo lo que quedaba del día. Sobra decir que eres la engreída de ellos, que tu abuelita se muere de ganas por tenerte en brazos todo el tiempo y tu abuelito te habla y te habla diciéndote cuánto te quiere y lo linda que eres. Con todo eso, ¿cómo no vas a sonreir y a regodearte moviendo los hombros cuando alguien te habla?

Has decidido terminar el año haciendo ruidos y vocalizando sin parar. El "eeeeu" con el que conversabas con tu mamita y conmigo es ahora muchísimo más frecuente, y se ha ampliado a toda una gama de "palabras": un claro y corto agú, otro igual pero alargando la a ("aaaagu") y pequeños grititos agudos que ya me hacen temer qué va a pasar cuando decidas gritar con todas tus fuerzas más adelante. Dios guarde nuestros tímpanos.

Aunque no lo he nombrado hasta ahora, no por mala intención sino porque tengo memoria de hormiga, debo contarte también que has recibido en nuestra casa la visita de tu abuelito Javier, papá de tu mamita. Aunque vive lejos, se ha dado el tiempo para venir a verte en varias ocasiones, y aunque no nos ha dicho las cosas directamente, es obvio que también le has cambiado la vida. Le has mostrado un lado que no conocía y se siente conmovido cuando te tiene cerca, y a pesar de la imagen de duro que proyecta, simplemente se deshace cuando te tiene en brazos.

Eso, hijita, es parte de los milagros que obra Papá Dios a través de nosotros. Y tú, siendo tan pequeña, eres un canal maravilloso por el cual se manifiesta.

Feliz 2009, mi Alessita. Que crezcas feliz, sana, sonriendo siempre. Que nos tengas a tu lado. Que sigas gozando del cariño de los que te rodean. Que Mamá María, a quien también te encomendamos, te siga cuidando; que nos de a tu mamita y a mí fuerzas y sabiduría para ser tan buenos padres como podamos, y que sepamos perdonarnos cuando metamos la pata. Que el amor siempre predomine sobre el enojo y que el resto de tu vida seas feliz a pesar de los problemas.

Te adoro.

Tu papá.



Tags Blogalaxia: , , , , , , , .

martes, 16 de diciembre de 2008

Un ángel gordito

Mi Alessia preciosa,

Me he dado con la sorpresa que esta tarde la oficina está un poco más tranquila y con menos movimiento. Debe ser la época del año, en la que varios negocios -a menos que tengan que ver con la Navidad- se ponen un poco más lentos.

La que viene es tu primera Navidad, y aunque eres aún muy pequeñita y no lo recordarás en un futuro, la expectativa que has despertado en toda la familia es inmensa: ¡todos quieren regalarte algo! sé por tu mamá que tu abuelita Elba ya te compró un regalo; tu tío Jose ya te regaló también una serie de libros-rompecabezas que usarás más adelante; ayer tu tía abuela Charo dejó en el departamento un paquetito que contenía un muñequito para estimulación. No me queda más que agradecer a Papá Dios porque seas objeto de tantas muestras de cariño, y no me refiero a los regalos, sino a los gestos hacia nuestra familia, nueva y pequeña pero emocionante.

Ayer fuimos donde el pediatra para tu control del segundo mes. Como te conté anteriormente, yo intuía que habías tenido una buena subida de peso, y efectivamente así fue: él nos dijo a tu mamita y a mí que ahora pesabas 6.1 kg y medías 59 centímetros, que ese peso correspondía a un bebé de 4 a 5 meses y que esas medidas son un poco menos del doble de lo que varios niños tienen a esa edad (ya lo intuía. El dolor que tengo en el hombro derecho me lo recuerda a gritos). En resumen, en este mes que ha transcurrido has subido nada más y nada menos que 1.3 kg - parece que has decidido crecer a como de lugar y lo más rápido posible. Este viernes tu mamita te llevará nuevamente a la clínica para tus vacunas, un proceso que se repetirá periódicamente cada cierto tiempo hasta que cumplas cinco años, si no me equivoco.

El sábado, por otra parte, celebramos tu bautizo. Me gusta pensar que a pesar que tu mamita y yo te encomendamos al Señor desde que estabas aún en la pancita y que sabemos que Él te cuida desde un inicio, ahora estás mucho más cerca de Él. Sé que no me servirá de nada durante tu vida llenarte de sermones y clases de religión, pues eso finalmente no será lo que te enseñe quién es Papá Dios; será la vida de nosotros, tus papás, quien te muestre realmente lo que Él significa. Es por eso que todos los días le pedimos con tu mamita a la hora de comer que nos de la sabiduría y la inteligencia suficiente para ser buenos padres y para poder presentártelo. Tal vez incluso cuando leas esto no entiendas el tamaño de tal responsabilidad, pero está bien. Hay cosas que uno entiende sólo con el transcurrir de la vida.




Esta foto la tomó tu abuelo Manolo. Por cuestiones de familia (traducción: ni tu mamita ni yo tenemos hermanas) tu bautizo fue fuera de lo común, pues no tuviste madrina, sino dos padrinos. Ya te imaginarás las bromas que gastamos a tu tío Christian y a tu tío Javier acerca de quién asumiría qué rol, y si tienes un hermanito o hermanita dentro de algunos años, la historia se repetirá con tu tío Roberto y tu tío José Luis. Ya veremos en ese entonces a quién le tocaría teóricamente depilarse las piernas.

(¿Sabes? suena de locos por cómo estamos, pero tu mamita y yo ya pensamos en un hermanito para ti. ¿Será por lo que estamos tan contentos contigo? seguramente, pero para eso tendremos que esperar algún tiempo más todavía. Y para ese entonces, ya podré contártelo directamente)

Gracias por llegar a mi vida, hijita. Te quiero mucho.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , , .

viernes, 12 de diciembre de 2008

¡Contestas!

Princesita,

A estas alturas, ya debes haber visto que pasa cierta cantidad de tiempo entre carta y carta. Pero quiero aprovechar un rato, robándole unos minutos al sueño, para sentarme y escribirte sólo unas líneas, apenas sólo unas horas después de mi última carta. Y es que es un motivo especial.



Hace un rato, luego que llegué a la casa y tu mamita terminó de darte la leche, te bañamos. Cuando terminamos, te pusimos en la cuna para cambiarte, y al terminar, tu mamita me dijo "no sabes la conversación que hemos tenido hoy día". No le vi nada de extraño, ya antes nos habías respondido con algún ruido cuando te hablábamos (¡justamente eso te cuento en la carta anterior a esta!). Pero luego tu mamita agregó "ahora me contesta todo". Me quedé inmóvil; supongo que de haber sido una historieta, se me podría haber visto un signo de interrogación sobre la cabeza. "¿A ver?" fue lo único que atiné a decir.

Ella se inclinó y empezó a hablarte mientras estabas echada en la cuna. Dijo algo así como "¿quién es mi reina, mi hijita preciosa?". La miraste, formaste los labios como para pronunciar la "u" y dijiste "¡eeeu!". Tu mamá te imitó:

"¿eeeu?"
"¡eeeu!"
"¿eeeu?"
"¡eeeu!"

No lo podía creer. No aguanté meterme en la conversación, y entonces era yo el que estaba haciendo cosas raras con la boca.

"¡eeeu!"
"¡eeeu!"

Me contestaste un par de veces más y de allí te quedaste callada, tal vez cansada, tal vez aburrida de la charla monotemática y sin significado. Tu mamita me miró y me dijo "¿acaso eso no es inteligencia?". Sólo atiné a asentir sin despegarte la mirada, con los ojos abiertos como platos.

Eeeeu, mi amor. Sea lo que sea.

Tu papá.
Tags Blogalaxia:

jueves, 11 de diciembre de 2008

Dos meses

Mi princesa,

Hace dos días cumpliste dos meses de nacida. Hubiera querido escribirte ese mismo día, pero tu mamita y yo estamos tan absortos en cuidarte que cuando por fin termina todo y tengo algo de tiempo, me siento tan cansado que empiezo a cabecear frente a la computadora. Así, decidí robarme algo de tiempo en la oficina para poder escribirte estas líneas y decirte que estos han sido dos de los meses más felices de mi vida, solamente por el hecho que tú ya entraste en ella.


Esta semana será también importante porque pasará algo que aunque se hace casi siempre como un evento meramente social, es en realidad trascendente: vas a bautizarte. Desde hace muchos años he escuchado -y seguramente se seguirá escuchando cuando leas esto, y continuarás oyéndolo cuando tengas mi edad- que los padres no deberían bautizar a sus hijos y más bien les deberían dejar elegir luego qué camino espiritual seguir. Para mí eso tiene tanta lógica como no enseñarte a hablar porque de repente lo que quieres más adelante es expresarte en japonés. Pero no te preocupes, no pienso hacer un tratado sobre el tema. Tu mamita y yo lo hacemos porque queremos que estés más cerca de Papá Dios, porque queremos desde un principio darte todo lo mejor y todo lo bueno que podamos darte, y porque no hay ningún regalo que se compare a ese.

Hemos visto estos días, con sorpresa y también algo de maravilla, cómo estás creciendo. La semana pasada te vi echada en la mecedora y de pronto me di cuenta que tu carita era más grande. Luego, cuando te cargué, puse mi mano en tu espalda y me di cuenta que abarcaba un poco menos de ella. Por supuesto, tu peso también ha aumentado, y no necesitamos una balanza para saber que estás pesando bastante más que cuando cumpliste tu primer mes. Y si así es para nosotros, que te vemos todos los días, ¿te imaginas cómo es para tus abuelos, que te ven con menos frecuencia? simplemente, cada vez que te ven, aparece la exclamación "¡cómo ha crecido!".

Tengo que confesar también que no importa cuánto tiempo haya pasado desde que comenzaste a sonreir ni cuántas veces lo hagas; siempre es emocionante verte cuando ríes y más aún cuando sueltas una pequeña carcajada. Cada vez que pasa, sobre todo cuando llego de la oficina y te encuentro en brazos de tu mamita, recuerdo la frase final de una preciosa canción que es parte de la banda sonora de una película y que usé para el video de tu ecografía: when the day has gone gray / nothing's wrong when Molly smiles. Tu papá es un sentimental, perdóname.

Otra cosa que nos encanta a tu mamita y a mí son las pequeñas "conversaciones" que tienes con nosotros. Si estás despierta y no estás llorando o renegando por hambre o incomodidad (y nota que escribí renegando) y estamos hablándote, nos contestas con un "uuuuuh", "aaaaagu" o simplemente un "¡ah!", generalmente seguido de una mirada al techo, a tus móviles o a nosotros. Creo que te comenté antes que ya habías empezado a coger cosas, muy ligeramente. Ha habido un cambio importante: a veces, cuando estás lactando del pecho de tu mamita, te agarras a su camiseta o blusa como si no quisieras que te arrancaran de allí. Tu mamita debe tranquilizarte y susurrarte que no te preocupes, que siempre va a estar contigo, y sólo entonces la sueltas. No estés nerviosa. Tu mamita y yo vamos a estar contigo siempre, hasta que Papá Dios lo permita.

Resulta increíble para tu mamita y para mí cómo ha cambiado algo de nuestro carácter. A veces te vemos en otros niños, sobre todo en los desvalidos, y nos parte el alma ver a un niño o a una niña pedir limosna. Te vemos en él o ella y se nos hace insoportable la idea que pudieras estar desprotegida y sin defensa. Ni qué decir de las noticias de la TV, cuando hay alguna desgracia relacionada con un niño o niña. A veces, simplemente, no podemos verla. Lo curioso es que antes de tu llegada, nos habíamos acostumbrado a vivir con todo ello, con una indiferencia total. Este reabrir los ojos es otra de las bendiciones que han llegado a nuestras vidas a través tuyo.

Hoy en la mañana me desperté un poco más tarde de lo normal para venir a la oficina. A mi celular se le había acabado la batería, así que puse la alarma en el de tu mamita. Pero no me di cuenta que su celular no tenía la hora correcta, y nunca sonó... cuando me desperté, tuve que correr para ducharme y cambiarme. Pero mientras lo hacía, tuve que detenerme, coger la cámara y tomarte esta foto.


¡Duermes igual que tu mamita, con las manos a un lado de la cabeza!

Te quiero mucho, mi vida.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , .

martes, 25 de noviembre de 2008

Querida, agrandamos a la niña

Mi Alessita:

Hace un poco más de una semana que fuiste a visitar a tu pediatra por segunda vez. La primera fue a los cinco días de nacida, cuando recibiste tu primera vacuna, que si no me equivoco fue contra la tuberculosis. Tu pobre mamita, que tuvo que ir sin mí por el horario, sufrió más que tú cuando vio cómo la aguja entraba en tu brazo, todo pequeñito, mientras la señora que aplicaba las vacunas le decía que no parara de darte de lactar (cosa que hacían para distraerte). Algún día lo entenderás: es inevitable que los papás suframos cuando nuestros hijos también sufren. Y eso no es algo que haya sabido siempre, sino que lo he venido a averiguar ahora que estás en nuestras vidas.


Luego de celebrar tu primer mes de nacida junto con tus abuelos y tus tíos, vino la segunda visita al pediatra, que fue este 17 de noviembre último. Todo este tiempo, tal como tu mamita lo había planeado, tu alimentación ha sido exclusivamente a base de leche materna. Por todos lados, desde que supimos que venías, leímos que era lo mejor para ti; por tanto, tu mamita se armó de valor y decidió poner manos a la obra: tu leche no sería química, sino totalmente natural. Y así fue. Y supimos que estábamos haciendo lo correcto justamente a través del pediatra.

Cuando llegamos a la clínica, esperamos en un sala bastante grande, con otros niños y otros papás y mamás por todos lados. Habían niños y niñas corriendo, saltando, en brazos, durmiendo o simplemente sentados. El doctor nos llamó y luego de la conversación y algunas preguntas de rigor acerca de tu cuidado, procedió a examinarte.

Lo primero que hizo fue medirte. Te echó en una mesa de acero con algunas cubiertas encima para que no tuvieras frío. Mientras llorabas de hambre (no porque tu mamita no te hubiera dado de lactar, sino que ya hacía algunos días habías empezado a pedir comida cada hora u hora y media, no cada tres como al inicio), el médico anunció que habías crecido y que ahora medías 56 centímetros, es decir, casi 7 centímetros en un mes (como te conté luego de tu nacimiento, tu estatura era de 49.5 cm). Sin embargo, lo más impresionante vino después.

Luego de medirte, el doctor te levantó y te colocó en una balanza que tenía al lado de la mesa. Era una balanza para bebés, muy curiosa, porque me recordó esas balanzas de repostería que hay en las panaderías. Hizo algunas anotaciones en su hoja de registros y le indicó a tu mamita que te cargara mientras él regresaba a su escritorio, que estaba separado de ese ambiente por un biombo. Luego que escuchamos el sonido de la silla al desplazarse por el piso cuando tomó asiento, nos dijo:

"Los bebés normalmente suben de peso entre 800 y 900 gramos el primer
mes. Alessia está pesando cuatro kilos ochocientos".


¡CUATRO KILOS OCHOCIENTOS! tu peso el día del alta fue de 2.980 kg, lo que quiere decir que en un poco más de un mes subiste casi dos kilos. Haz algo de matemáticas y divídelo por semanas: en promedio casi medio kilo por semana. Es inevitable que el fantasma del miedo salga en la conversación, pero luego de preguntar, el doctor nos dijo que no había nada de malo, sino todo lo contrario: el hecho que tu mamita te diera de lactar de su pecho, junto con el cariño que te damos (que aunque no creas, influye también en tu desarrollo físico además del emocional) provocó que tu crecimiento fuera, a juzgar por la reacción del médico, poco común.

Sobra decir que tu mamita estaba feliz. Yo la felicitaba y le agradecía. Salimos de la consulta y tuvimos que regresar a la sala, en donde por suerte había ya menos gente, para que pudieras lactar (tu hambre es sencillamente espectacular). De eso hace ya semana y media, y no exagero si te digo que cada tres o cuatro días te noto más grande.

Los días siguen sucediéndose y van pasando cada vez más cosas nuevas. Ayer por primera vez estiraste tu brazo, cogiste uno de tus móviles y lo sacudiste, para luego soltarlo. Te estás riendo mucho más que antes, y ya no es sólo un reflejo. Como te decimos "¡muy bien!" cada vez que tocas con los pies el pianito de juguete que está en tu cuna, ahora estiras las piernas a cada momento y te ríes cuando te acaricio haciéndote ver que está bien lo que estás haciendo. Sigues despertándote en la madrugada, seguimos acostándonos tarde y seguimos también esforzándonos por organizarnos mejor, aunque a veces nos vence el cansancio y no podemos. Tus abuelitos te siguen visitando regularmente y tus tíos preparan ya tu bautizo, que será a fines de diciembre. Tu mamita y yo seguimos conversando acerca de lo que nos depara el futuro contigo, pero aún no te comentaré de eso. Todo a su tiempo. Nosotros haremos lo que creemos mejor para nuestra familia y Papá Dios se encargará de confirmarnos si estamos en el camino que Él quiere.

Suficiente de cartas por hoy. Mejor dejo la oficina y me voy a abrazarte en persona. Te quiero muchísimo, hijita linda.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , , .

sábado, 8 de noviembre de 2008

Todo, todo es cierto

Mi preciosa,

Los días pasan rápido y cuando uno menos lo cree no sabe en dónde quedaron. Mañana, nueve de noviembre, cumples ya un mes de nacida y a pesar de las expectativas de tu mamita y mías estas últimas noches cuando nos acostábamos a las tres de la mañana, hemos sobrevivido. Sí, tu mamita a veces se queda dormida mientras te da el pecho o cuando está sentada en la cama mirándote; yo cabeceo y parpadeo todas las tardes rápida e incesantemente frente al monitor de mi computadora en la oficina, a punto de quedarme dormido -ya me acostumbré a tomar como mínimo un par de tazas de café desde las dos o tres de la tarde-, pero es inevitable: ambos nos quedamos mirándote embelesados cuando por fin en la noche llego a verte y estás en tu cuna o en tu silloncito. Hace sólo un año, ni yo mismo habría podido adivinar que iba a llegar a ese punto, cuando tu existencia era sólo un concepto lejano.

Durante este mes he podido verificar que todo lo que se dice acerca de los papás de recién nacidos está apegado absolutamente a la verdad: sí, duermes poco. Sí, no vuelves a levantarte ningún día después de las siete de la mañana, incluyendo domingos. Sí, uno aprende a cargar a su hijo ya sin ningún miedo y -lo que es mi caso todo un logro- a cambiar con cierta agilidad los pañales. Sí, también uno se desespera cuando faltan sólo un par de horas para amanecer y la bella niña tiene los ojos tan abiertos como un par de lunas llenas. Sí, uno siente que por su hija puede bajar las estrellas si ella lo necesita. Sí, uno puede acostarse tranquilo hasta que se pregunta si la niña está bien cubierta contra el frío y si algo obstruye su respiración; entonces, no importa lo cómodo que uno haya estado, se levanta, mira que todo esté bien y luego recién duerme. Sí, uno hincha el pecho cuando dice "mi hija". Sí, también es frustrante cuando has bañado a la niña, está limpiecita y cuando le estás echando la crema antiescaldaduras antes del pañal, una pequeña fuente se eleva acompañada de otra emisión bastante más potente y oscura debajo que deja todo lo que rodea a la niña (incluyendo al papá y/o mamá, mirándose entre sí) marcado por el evento. Sí, sí, a todo sí. Nada de lo que me dijeron es falso, incluso parecía sólo un atisbo de lo que se venía.

Un amigo nuestro, quien antes que nacieras ya me contaba lo que iba a pasar (incluyendo la lista anterior, que en buena parte es de él) me dijo en alguna oportunidad "vas a ver que cuando nazca se te cambia todo el cassette" (bueno, un cassette puede ser una verdadera antiguedad para ti cuando leas esto. Llamémosle temporalmente "disco" aunque puede que eso tampoco se use dentro de algunos años). Más recientemente, cuando ya habías nacido, hizo evolucionar su frase en un momento en el que le contábamos con tu mamita cómo nos iba contigo: "¿ves? y eso que aún está tranquila... cuando empiece a interactuar contigo, te jodiste" (con perdón de la palabra). En ese momento lo escuché, lo tomé como algo gracioso y lo olvidé. Eso hasta esta semana.

Hace algunas noches, llegué a la casa y encontré a tu mamita dándote de lactar. A los diez minutos me pidió que te cargara y te diera palmaditas en la espalda para eliminar los gases (sacar el chanchito, para el cual he demostrado tener talento natural). Te cargué y no pude evitar, como siempre, tenerte un ratito con la cara hacia mi mientras te sonreía.

Me devolviste la sonrisa. Me quedé feliz (ya antes habías sonreído, pero la sensación de alegría siempre es la misma) y te volví a sonreir, diciéndote algo de lo linda que eras y de cómo te queríamos. Y entonces sucedió una cosa que me dejó pasmado: me volviste a sonreir. No lo podía creer. Llamé a tu mamita, y mientras venía, te volví a sonreir y a hablar. Y me devolviste la sonrisa por tercera vez. Fue en ese momento en el que lo comprendí: acababa de joderme. Me sentí tan cerca tuyo que no pude hacer más que abrazarte y tenerte cargada. Ni siquiera me acordé del chanchito hasta un rato después, cuando te sentí incómoda mientras estabas echada. Perdona, fue la emoción.

No ha vuelto a pasar; sin embargo, espero con ansias que así sea. Tu abuelito Manolo dice que ya quiere cargarte y que le acaricies la cara, cosa que no veo lejana, porque ya empezaste también esta semana a intentar coger objetos. Cogiste un brazo de tu mamá mientras te vestía y hoy mismo, luego de bañarte en la mañana, cogiste una palanquita de un juguete de estimulación y la bajaste, haciendo que emitiera un ruido. ¿Qué se viene después? no sé, es como una película en la que no sabes qué va a pasar ni en qué momento. Y eso es parte de la emoción.

Para mañana, celebrando tu primer mes, tu mamita ha querido hacerte una pequeña fiestita. No será nada grande, porque tu tío Christian y tu abuelito Manolo están de viaje, pero sé que hay hasta gorritos y una coronita para ti. No puedo decir nada; como te dije líneas arriba, ahora hago cosas que no pensé hacer nunca. No sé si dentro de algunos años me ponga peor, así que mejor me abstengo.

Eres, junto con tu mamita, lo más lindo que me ha pasado en la vida. Te quiero mucho.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , .

miércoles, 22 de octubre de 2008

Tus primeras sonrisas

Mi princesita,

No escribiré mucho esta noche. Falta poco para la una de la mañana, y tu mamita, que quiso echarse en la cama antes de darse una ducha, cayó rendida y duerme ahora en nuestra cama, que está al costado de tu cuna en nuestro cuarto. El tenerte con nosotros, tan pequeña y frágil, implica que pongamos todo nuestro esfuerzo en cuidarte, y eso -sobre todo para ella, que debe alternar entre tus pañales, darte de lactar, tu limpieza y el lidiar con la casa- la agota. Pensé en despertarla para que se duche, tal como ella quería, pero mejor la dejo descansar. Total, seguramente dentro de un rato deberemos levantarnos cuando sea hora nuevamente que tomes tu leche. Mientras, aprovecho para sentarme enfrente de la computadora y contarte un par de cosas, mientras escucho desde el cuarto la respiración de tu mamita y tus gemidos esporádicos.

La primera es que hoy, 12 días después de tu nacimiento, se desprendió tu cordón umbilical. O mejor dicho, lo que quedaba de él, luego que involuntariamente tu mamita lo jalara mientras te acomodaba la ropa. La pobrecita se puso muy nerviosa creyendo que podría haberte hecho daño, pero lo cierto es que el cordón ya había empezado a caerse. Ahora tienes un hermoso ombligo chinito, tal como lo tenía tu mamita cuando aún estabas en su vientre.

La segunda es que el fin de semana logré tomar una foto de una de tus primeras sonrisas, que comenzaron a aparecer a mediados de la semana pasada. Sé que ahora son sólo reflejos faciales y no necesariamente están de acuerdo con tu estado de ánimo, perdóname. Pero es emocionante para un papá primerizo ver a su hija sonreír. Algún día tu mamá te contará cómo me puse cuando te vi curvando los cachetes por primera vez mientras te tenía en brazos. Luego de eso, dispuesto a tomarte una foto, tuve la cámara permanentemente en el cuarto, pero nunca alcancé a registrar ninguna... hasta este último sábado, que pude tomar tres. Mira, ésta es la foto que más me gusta:


Vamos a cambiar papeles. Esta vez seré yo el que use babero, y éste dirá I love my daughter. ¿Te parece?

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , .

viernes, 17 de octubre de 2008

Bienvenida, hijita

Mi Alessita,

Ayer cumpliste una semana de nacida. Hubiera querido escribirte más rápido, pero la dedicación directa de tu mamita y mía hacia ti, junto con el trabajo que no puedo dejar de lado en la oficina, no me dejaron. El cansancio fue otro factor importante: lo más que hemos logrado dormir de corrido han sido cuatro horas, y ha sido justamente anoche. Las noches de inicios de esta semana fueron casi en vela, con una hora o menos de sueño ininterrumpido. Ya sabemos con tu mamita que si lloras puede ser por tres cosas: hambre, pañal sucio o gases. Afortunadamente, de este último no hemos tenido casi nada, porque tu papá se ha vuelto un campeón haciendo que botes el chanchito. No sufres frío o calor, porque tu mamita se ocupa de esos detalles escrupulosamente a pesar de su cansancio (cosa que es admirable, porque si yo estoy cansado, ella lo está aún más: mi trabajo contigo empezó hora y media después de tu nacimiento, casi a las 9:30 de la noche; el de tu mamá, doce horas antes, cuando llegamos a la clínica).

No tengo muchas fotos de lo que pasó ese día. Lo que sí tengo es un video, pero que aún no puedo poner aquí por cuestiones tecnológicas (traducción: tengo que pasar las imágenes que están en la cinta al formato digital). Lo que sí puedo hacer es contarte todo lo que pasó ese día. Espero que la memoria no me falle.

En la última cita que tuvimos con la doctora de tu mamita (el lunes 6, luego que tu mamita no tuviera contracciones de parto todo el fin de semana), ella nos dijo que ya estabas lista para nacer. Los nueve meses de gestación se cumplían el viernes 10 de octubre, cuatro días después, pero ella prefería que salieras ya de la pancita de tu mami por el cordón umbilical que tenías enrollado en el cuello (la circular, ¿recuerdas que te conté?). Total, ya no había casi diferencia: ya estabas completamente formada y lista para salir. Nos preguntó si queríamos que nacieras el 8 o el 9 de octubre. Tu mamita prefirió que fuera el 9, pues quería asegurarse de tener todo listo. Entonces, fijaron el momento cumbre para el jueves 9 de octubre a las 9:00 de la mañana. La doctora iba a inducir el parto.

La noche previa, tu mamita y yo casi nos comíamos las uñas de la ansiedad. Esta fue tanta, que dormimos poco, sólo algo más de dos horas. A las 6:30 de la mañana estábamos despiertos, y un taxi que pedimos que nos fuera a recoger estuvo en la puerta del departamento 8:40. Cuando subimos al taxi, parecía que nos íbamos de viaje: tu mamita estaba bien abrigada (yo me puse una chompa con cuello de tortuga, cosa de la cual me arrepentí los siguientes dos días) y llevábamos tres maletines: uno con las cosas que ibas a necesitar tú, otro con las que iba a necesitar tu mamá, que era más grande, y otro que contenía la filmadora. Aunque hubo tráfico, tuvimos la suerte de llegar a la clínica a las 9:00 de la mañana en punto. Allí nos dio el encuentro tu abuelita Elba, que había pedido permiso para no ir a trabajar ese día.

Una enfermera vino a recoger a tu mamá y la llevó a un ambiente con nombre de cuarto de tortura: la sala de dilatación. Allí es donde las mamás que van dar a luz esperan que su cuello uterino se haya ampliado lo suficiente para proceder al nacimiento. Al inicio, no me dejaron entrar con ella, así que me quedé afuera esperando con tu abuelita Elba.

Un rato después, pude entrar. La sala de dilatación es un cuarto rectangular relativamente grande, con tres ambientes divididos por biombos, y en cada biombo hay una camilla y máquinas para monitorear la salud de los bebés y las mamás. Tu mamá ocupaba justamente el ambiente central, y cuando entré sólo había otra mamá ocupando el ambiente a su derecha. Le habían puesto unas correas en su pancita, con unos sensores que detectaban las contracciones y tus latidos cardíacos (recuerdo que tu promedio de latidos era de 130 por minuto). Tenía ya conectada a una vena un conducto que hacía ingresar a su sangre suero mezclado con una hormona (cuyo nombre, si no me equivoco, es oxitocina). La misión de esta hormona era provocar el comienzo de las contracciones. Así pasó un rato, y aunque las contracciones de tu mamita aumentaron, no fueron muy fuertes. Luego nos enteraríamos que eso se debía al gran cansancio que tenía. Fueron días difíciles para ella los de la última etapa de llevarte en su vientre.

A las 11:30 de la mañana, llegó la doctora. Me pidió salir un momento del pequeño ambiente donde estaba tu mamá y cerró una cortina que impedía la visión desde fuera. Hizo a tu mamita un examen usando la mano, envuelta en un guante. Del otro lado de la cortina, yo escuchaba a tu mamá gemir un poco, y es que el examen duele. De un momento a otro, sus gemidos se volvieron más intensos y por su voz me di cuenta que estaba llorando. Está demás decirte que me asusté. Pasó un momento y la doctora descorrió la cortina.

¿Qué había sucedido? tu mamita no dilataba. Tan simple como eso. Cero de dilatación. Sí, habían contracciones; pero el cuello uterino, por donde debías viajar para salir, estaba cerrado. Entonces la doctora hizo algo que aceleraría el proceso: rompió la fuente. Esto se refiere al hecho que la doctora rompió manualmente la membrana que contenía el líquido amniótico, en el cual tú te encontrabas. Ese fue el momento en el que tu mamita comenzó a llorar. Con la membrana rota y el líquido amniótico escapando, el proceso de parto se volvería más rápido. Lo malo es que también más doloroso (a eso se le llama parto seco).

No me olvido hasta ahora de la cara de tu mamita cuando entré. Estaba llorando, se notaba que le dolía mucho. Lamentablemente, no pude hacer mucho más que acompañarla. Como sólo estaba permitida la compañía de una persona a la vez, me alternaba con tu abuelita Elba y luego con tu abuelita Amanda para estar con ella. Cada vez que entraba la encontraba con mayores dolores, pues las contracciones iban subiendo en intensidad cada vez. Lo que me hacía sentir mal era que no podía evitar el dolor, pues la anestesia que se usa en el embarazo (a través de una inyección especial llamada epidural) recién era aplicada cuando el cuello uterino tenía cuatro o cinco centímetros de apertura. Antes de eso, como dijo la doctora a tu mamita en alguna visita con relación al dolor que sentía, "así es el trabajo de parto".

No quiero entrar a detallar más lo que pasó tu mamá en esos momentos. Será suficiente decir que finalmente, la doctora tuvo que aplicar la mitad de la dosis de la epidural antes de lo esperado, cuando tu mamita tenía tres centímetros de apertura, a insistencia de la obstetriz que la cuidaba. La magnitud del dolor era inmensa. Para ello, me hicieron salir ya no sólo del ambiente donde estaba ella, sino de la sala, y tuve que esperar donde había estado antes con tu abuelita Elba. Para este momento, tus dos abuelitas estaban ya estaba en la habitación que la clínica te había asignado (la 112). Eran ya casi las cuatro de la tarde.

Al rato, salió la doctora y me dijo que tu mamita estaba descansando y que la relajación que le provocaría la epidural haría que la dilatación fuera más rápida. Me sentí muy aliviado pues tu mamita no estaría sufriendo tanto. No me quedó entonces otra que seguir esperando en la habitación con tus abuelitas.

Hora y media después (5:30, más o menos) la doctora nos dijo que tu mamita estaba en dilatación 5 (es decir, cinco centímetros). Tus abuelitas y yo nos miramos, pues aún era poco (¡tenías que llegar a 10!). Ella y nosotros pensamos incluso que a ese ritmo, terminarías naciendo a la media noche. En ese momento, la doctora aplicó a tu mamita la segunda mitad de la dosis de la epidural, y eso le permitió descansar un rato más.

Casi a las siete, tus abuelitas fueron a la cafetería de la clínica. Cuando acababan de salir, la doctora se asomó al cuarto y me preguntó si de todas maneras iba a participar en el parto. Me quedé de una pieza: resulta que con la segunda dosis, en hora y media tu mamita había dilatado por completo. Le dije "¡por supuesto!" y me levanté con la cámara en una mano. Tu tío Jose, que había llegado hace poco, fue a buscar a las abuelitas y yo me quedé en la puerta de la sala de partos. Al cabo de cinco minutos, me llamaron y me dieron un protector para la cabeza, para la boca, para los zapatos y un mandil para cubrir la ropa. Estuve casi un minuto (que pareció horas) tratando de ponerme los protectores para los zapatos que no me quedaban, así que la enfermera se fue y regresó con dos bolsas plásticas que, inevitablemente, tenían que quedarme. Fue así como finalmente entré, y vi a tu mamita recostada en una cama cuyo respaldar luego estuvo casi vertical y con las piernas separadas y apoyadas en unos receptáculos que servían justamente para eso. Delante de ella estaba sentada la doctora.

No puedes imaginarte la sensación que tuve en ese momento; fue como la que te conté que tenía en otras oportunidades, con presión en el pecho y todo, pero aumentada diez veces. No voy a contarte mucho más del parto; dejaré que veas el video, que habla por sí solo. Vi cómo tu mamita pujaba con su vida; cómo no salías, pues el cordón enrollado en el cuello no te dejaba; cómo la doctora cortó a tu mamita para que pudieras salir más fácilmente y también cómo cortó tu cordón. Y cuando naciste, las imágenes que siempre hemos visto en la TV y que nos formaron una idea de ese momento salieron a flote y la primera pregunta de tu mamá, llorando, jadeando y cansada, fue "¿¡por qué no llora?!". La respuesta de la doctora fue inmediata: "tu bebita está bien, no te preocupes". Un minuto después, luego que el pediatra que estaba participando en el parto te recibiera y te examinara, se escuchó tu llanto (y el nuestro, hay que confesarlo). Lo increíble fue que lloraste un minuto o menos. Te trajeron a nuestro lado ¡y tenías los ojos abiertos!. En ese momento, el pediatra nos tomó esta foto, que ahora se ve malograda luego de pasar por tantas manos.



(Luego nos enteraríamos que a pesar que estaba prohibido entrar a la antesala de la sala de partos, tus abuelas se habían escabullido y escuchaban todo desde la puerta cerrada, y se abrazaron saltando una vez que te escucharon llorar).

Te llevaron a la sala de bebés, donde nos dijeron que estarías hora y media para aclimatarte. Hasta allí te seguí, por indicaciones de tu mamita y de la doctora, que se quedaron en la sala de partos (pues el proceso no terminó cuando naciste). Te bañaron, te pesaron, te pusieron ropa y te dejaron detrás del vidrio que nos permitía verte. Y fue allí donde sucedió algo que nadie me creería, si no fuera porque está registrado en el video. Te llamé: "Alessia, mi amor". Inmediatamente tus ojos y tu cabeza se movieron hacia mi, buscándome. Y sucedió no una, sino tres veces. Ese fue el primer fruto de hablarte mientras estabas en la pancita de tu mamá.

Las enfermeras y la gente que nos atendió todo el tiempo allí fue muy amable y muy paciente. Incluso nos enseñaron a bañarte, a limpiarte y a cambiarte los pañales (algo que para mí, hasta ese momento, era algo así como hacer un triple salto mortal).

Dos días después, el sábado 11, dieron de alta a tu mamita. Pero desde tu nacimiento hasta hoy, un poco más de una semana, pocas cosas han cambiado: te despiertas cada dos o tres horas, sea por tu pañal sucio o por hambre. Con tu mamita coincidimos que es un trabajo durísimo, pues dormimos poco y los horarios no existen. Pero cualquier cansancio se va al tacho una vez que vemos tu carita, con tus cachetotes y tu boquita de flor, y nos llenan las ganas de abrazarte y besarte. Has cambiado nuestra vida, hija mía.

Lo último, antes de terminar: ayer en la mañana fuimos a tu primer control. Resultó que ya estabas recuperando algo de peso (naciste pesando 3.180 kg, y al momento del alta 2.980, lo cual es normal), pues la balanza marcaba 3.06 kg, y no sólo eso, sino que habías crecido: de tus 49.5 cm iniciales, ya tenías 50 cm. Estás creciendo y desarrollándote no sólo con los cuidados que tu mamita y yo te brindamos (ella más que yo, que sólo puedo verte cuando regreso), sino también con todo el cariño que has provocado en ambas familias, que se han unido como nunca. Ese, finalmente, es uno de los milagros que provoca una nueva vida, y por supuesto, Papá Dios, a quien te encomendamos desde que supimos de tu llegada.

Te adoramos, Ale.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , , .

viernes, 3 de octubre de 2008

Ya... casi, Alessia

Hijita de mi corazón,

Hace unos minutos he conversado por teléfono con tu mamita, luego que saliera de hacerse un monitoreo en la clínica donde la están atendiendo. Están controlando cómo se encuentran ambas (tú y ella), porque esta semana la doctora nos dijo que estaba preocupada luego que viera que tenías el cordón umbilical enrollado alrededor del cuello (a eso le llaman circular). Tu mamita ha estado estos tres días, desde que nos lo dijeron el miércoles, muy preocupada por ello. Nada de lo que le dije pudo tranquilizarla por completo. Sólo ahora, en la conversación que acabamos de tener, la he notado más tranquila.

En realidad, la preocupación no habría sido tan grande si la doctora no nos hubiera contado un problema grave que tuvo con otro bebé que tenía también una circular. Lo que nos contó dejó a tu mamita tan alarmada, que casi no sabía qué hacer. Fuimos a ver a tu abuelita Elba, llamó a una amiga suya y nada. Yo le conté que sabía que uno de nosotros tres (tus tíos o yo) habíamos tenido también circular, pero no sirvió de mucho (al final, me enteré que había sido yo el de la DOBLE circular). La doctora nos dijo que regresáramos dos días después en la mañana (por hoy) para ver cómo evolucionabas, para ver si tus latidos seguían teniendo el mismo ritmo, para ver si algo en las condiciones en las que te encontrabas cambiaba.

Pero bueno, la cosa es que luego de conversar con tu mamita estoy que doy vueltas en la oficina como si estuviera enjaulado: ella me dijo que mientras la monitoreaban, tuvo (según sus propias palabras), "una señora contracción". Eso quiere decir que cuando estaban registrando tus latidos, su pancita se puso muy dura y le vino un dolor muy fuerte en la espalda. La doctora la examinó y le dijo que faltaba muy poco para empezar el trabajo de parto y que lo más probable es que nacieras ya este fin de semana. Y si no fuera este fin de semana, el lunes tendríamos que reunirnos para ver qué hacer (traducción: evaluar la posibilidad de una cesárea inmediata, o al menos muy cercana). Falta muy poco para que pueda tenerte en brazos y siento una mezcla de amor, incredulidad, expectativa, asombro y nerviosismo. Esa sensación en el pecho que alguna vez te conté está presente desde hace rato. ¿Pero sabes qué? no quiero que se me vaya. Mientras te cuento esto, estoy con una sonrisa que casi me permite morderme las orejas. Qué quieres que te diga... estoy feliz.

Un minuto después de sentarme a escribirte, recibí una llamada de mi mamá, tu abuelita Amanda, que quería saber cómo estaba tu mamita y nuevamente me preguntó cuándo me llevaba la cómoda que te había comprado para que la tengas disponible inmediatamente cuando nazcas. Le conté lo que había pasado y también se puso feliz. Es más, si fuera por ella, cargaría inmediatamente el mueble en la espalda y se lo llevaría al departamento para que lo tengas allí. Está muy contenta, como todos en la familia, sólo esperando que ocurra la llamada (¿mi llamada?) anunciando "ya, comenzamos".

Mientras conversaba con ella, tu tío Roberto dijo a modo de broma "no quiere salir porque todavía no tiene nombre". ¿Puedes creer que me lo tomé en serio? hace un minuto dejé esta carta a la mitad y llamé a tu mamita, que estaba almorzando en la casa de tu abuelita Elba (la doctora le dijo que ya no podía estar sola). Le dije que teníamos que decidir tu nombre ya. Finalmente, nos habíamos quedado con tres opciones. Empezamos a conversar y tu mamita me dijo "¿puedo pensarlo mientras termino la sopa?" - "NO", le dije. "Vamos a decidirlo ya, no la hagamos esperar más". Y ha sido así que decidimos que éste sería tu nombre, Alessia Guevara Mendieta, hija mía, segunda mujer de mi vida.

Ahora sí, cuando quieras, ven. Te esperamos.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , , .

lunes, 29 de septiembre de 2008

Listos...

Hijita mía,

A veces las cosas no salen como uno quiere. Ya desde hace un par de semanas hubiera querido colocar aquí las fotos de tu baby shower y de cómo se preparó, para que supieras con cuánto cariño nuestra familia y amigos vinieron a prepararte la bienvenida. Sin embargo, luego que olvidé mi cámara en la casa y cogiera una de las de tu tío Roberto –que estaba de viaje en ese momento- me enteré que justamente esa cámara no tenía el cable de conexión a la computadora. Se había perdido. Espero poder ir esta semana a conseguir el dichoso cable para ver si esta semana por fin puedo mostrarte las fotos.

El martes pasado tu mamá y yo fuimos donde la doctora para lo que fue uno de los últimos controles del embarazo. Y salimos de allí con más emoción y ansiedad (en el buen sentido de la palabra) de lo que entramos. Literalmente, las palabras de la doctora hacia tu mamita fueron: “Ya está todo listo para que nazca. Lo único que hay que esperar es que tu cuerpo decida comenzar el proceso”. Nos hubieras visto, teníamos otra vez los ojos como platos. Y es curioso, porque justamente hacía un par de días que yo había leído en un libro que, tal vez por instinto, muchas veces la mamá sabe cuándo es que se inicia este proceso, aunque sea madre primeriza. Y tu mamita me había dicho justamente ese día “Gianmarco, siento algo raro. Creo que la bebe ya va a nacer”. Sobra decir que esta semana hemos terminado de arreglar casi todo lo que teníamos pendiente para tu llegada.

No quiero contarte mucho aún de lo que te regalaron, pero una de las cosas que recibiste fue un corral/cama, un Pack and Play, regalo de tus tías Melyssa, Fabiola y Michelle. Esto, junto con la cuna que te regaló tu abuelita Elba, fueron las últimas cosas que terminamos de arreglar ayer. Nos falta traer una cómoda de la casa de tu abuelita Amanda y tu cuarto ya estará casi listo.

Aunque no lo creas, uno de los primeros temas de conversación con respecto a ti -y que ya tiene varios meses - sigue aún pendiente. Y es tu nombre. ¿Recuerdas cuando te conté cuáles eran nuestras alternativas? Bueno, afortunadamente hemos logrado reducirlas, pero no conseguimos aún decidirnos. Últimamente suena fuerte Gia, Mikella, Micaela... Tu mamá descartó Thaís porque le dijeron que sonaba a Taissyr, una marca de jeans. Yo ya no quise Doménica porque me enteré que así se llamaba la nieta de una conductora de TV (y tu mamá dice también que es muy largo). Al final, le hemos dicho a Papá Dios que nos ayude a elegir un nombre para ti, que sea el que a Él más le guste, pero parece que tampoco se decide porque no nos ha avisado nada. Al principio no me gustaban mucho los nombres compuestos porque implicaban un nombre más común (María en María José, por ejemplo) pero ya estoy considerando la posibilidad. Y nos tenemos que decidir ya, no nos queda mucho tiempo.

Tu mamita, Kung Fu Panza (¿te acuerdas?) ya no se puede agachar sin irse hacia delante y sin sentir algo de culpa por pensar que te puede estar aplastando. Ya sabemos que por tu tamaño estás algo apretadita en su pancita, así que no quiere que la pases peor. Ahora, cada vez que te acomodas, provocas en ella toda una revolución. Mira este video que tomé el sábado en la mañana con mi celular, cuando tu mamita se despertó temprano justamente por cómo te movías. Es, al menos para nosotros, impresionante.



Tengo planeado también estar con una videocámara en tu nacimiento. Cada vez que pienso en ese momento, es inevitable sentir algo raro en el pecho y cómo falta el aire. Es una impresionante sensación de expectativa; nunca me había sentido así. ¡Mira todo lo que –felizmente- provocas!

Espero poder regalarte las fotos del baby shower antes de tenerte en brazos. Te quiero mucho, hijita. Te esperamos, ven ya.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , , .

miércoles, 3 de septiembre de 2008

En sus marcas...

Princesita,

Estas dos semanas han sido de mucho movimiento. Sí, tú has sido el motivo, pero no te vayas a sentir triste: todo ese ajetreo ha sido motivado por el amor que provocas no sólo en tu mamá y en mí, sino en toda la familia.

Comenzaré por contarte que el lunes 18, como estaba programado, tu mamita y yo nos reunimos para ir a la cita con la doctora, pero nos dimos cuenta que si íbamos no podrían atendernos pues habíamos olvidado un formulario que era indispensable presentar. Llamamos por teléfono para posponer la cita, y como no queríamos que se retrasara mucho, tuvimos que tomar la fecha más próxima disponible: era al día siguiente. No parecía tan malo, pero había un pequeño detalle... sólo estaba disponible un horario en la mañana. Por ello, con mucha pena para ella y para mi, tu mamita debía ir sola.

Ese día tu mamá tuvo un día muy ocupado. Nos levantamos temprano pues tenía que estar donde la doctora a las nueve de la mañana, y luego dos horas después en su psicoprofilaxis de parto (¿recuerdas que te conté? los ejercicios y respiraciones con nombre complicado), que por suerte, no quedaba muy lejos. Ella se levantó con ojeras porque no había podido dormir bien, y aunque salimos juntos, siguió camino a la clínica mientras yo me quedaba en la oficina.

Una hora después, como a las diez de la mañana, mi teléfono sonó. Era tu mamita, con un par de noticias que me dejaron sorprendido: acababa de salir de su cita con la doctora, y ella, luego de examinar a ambas, le dijo a tu mamá que ya estabas "colocada". Sí, eso suena algo extraño, pero quiere decir que tu posición no era horizontal como la última vez que te examinó, sino ya vertical y con tu cabecita hacia abajo, preparándote al ahora más cercano parto.

No sabes lo sorprendido y lo nervioso que me puse. Luego de terminada la conversación con tu mamá, no pude aguantarme y llamé por teléfono a la casa de tu abuelita Amanda, y les conté la noticia a ella y a tu tío Roberto (tu tío Christian no estaba). Ha sido una de las pocas ocasiones en las que he sentido la necesidad de llamar a alguien a contarle algo. ¡El final de la espera se acercaba!

Esa fue la primera noticia. La segunda fue la reafirmación de lo que nos dijeron en la anterior cita: es casi seguro que te adelantes, aunque en realidad la última palabra la tiene Papá Dios.




Un par de fotos tomadas hace algunas noches

¿Has leído bien todo lo anterior? bueno. Debes saber que los párrafos de arriba fueron escritos originalmente un par de días después de la cita con la doctora. ¿Qué pasó? que cuando te estaba escribiendo, por algún motivo tuve que dejar la carta a medias y me he demorado dos semanas en retomarla. Perdóname. Una y otra vez he querido darme el tiempo para sentarme y dedicarte un rato, pero por una u otra cosa no he podido. Eso me ha hecho pensar que no quiero ser nunca un papá ausente. Quiero verte crecer, disfrutar de cada etapa de tu vida y verlos felices a tu mamá, a ti y tal vez a un futuro hermanito o hermanita. También quiero que sepas que siempre estaré aquí para el momento en que me necesites.

Pero bueno, esta demora me da la oportunidad de contarte algunas cosas más que pasaron a lo largo de estas dos semanas. La primera es que la semana pasada pude ir a una de las dichosas psicoprofilaxis de parto. Tu mamita me había pedido que por favor vaya (el único horario disponible que encontramos era en la mañana, y no podía ir con ella) porque hablarían del momento del parto y de cómo los papás debemos ayudar a las mamás durante el proceso de dar a luz. Luego de avisar en la oficina que no iría durante la mañana, la acompañé.

En estas "clases" dictadas por una doctora (y les digo clases porque son algo así como las que estarás teniendo en la escuela para el momento en que leas esto) pude entender mejor el parto y conocer el tipo de respiraciones que se supone harán más fácil el momento en que nazcas: una respiración para las contracciones cortas, otra para las más largas, otra para el momento de pujar, otra para relajarte entre contracciones... es un enredo, pero si todo va bien, podré ayudar a tu mamá a sentirse mejor cuando todo comience.

Otra de las cosas que pasaron ocurrió el sábado 30 en la mañana, que era feriado. Tu mamita había estado con dolores muy fuertes en el bajo vientre desde hacía ya varios días, como te conté. Aún estando yo dormido (ella, por su pancita, no puede dormir mucho y ya estaba despierta), notó que estaba casi sin sábanas encima y quiso taparme, e hizo un movimiento que le produjo un dolor tan agudo que no pudo evitar una exclamación de dolor y eso me despertó. Ambos nos quedamos preocupados, así que decidimos llamar a la doctora. Ella nos dijo que fuéramos a la clínica para descartar que estuviera ya con contracciones. Fuimos, la examinaron y la encargada -una obstetriz que al parecer no tenía mucha experiencia- le dijo a tu mamá que esa misma noche podría estar dando a luz.

Ya te imaginarás cómo se puso tu mamita, y luego yo, porque en ese momento había salido a llamar a tu abuelita Elba para contarle cómo iba su hija, tu mamá. Todas las cosas pendientes pasaron por mi mente en un segundo: apenas habíamos empezado a comprarte cosas, no había preparado tu cuarto para cuando llegaras, no había comprado aún pañales, no tenía las cosas que hay que llevar a la clínica cuando una mamá va a dar a luz y una larga lista de cosas que tenía que hacer (a veces los papás no interiorizamos tanto que vamos a serlo hasta cuando es inminente). Por suerte la angustia no duró mucho, pues luego que la obstetriz conversó por teléfono con la doctora de tu mamá, se descartó que se estuviera produciendo ya el parto. Puf.

Lo último fue la cita que tuvimos este último lunes con la doctora, la segunda en dos semanas (y la siguiente se viene en dos semanas más). Ella ratificó que aún no se venía el parto, que estabas linda, sana y creciendo, y que probablemente a fines de mes -si es que no antes- te tendríamos en brazos. Ya te lo dije muchas veces, pero espero con ansias el poder al fin verte.

Te cuento que tu mamita está preparando, con muchísimo amor para ti, un baby shower -perdona, creo que no hay equivalente en español para esto-. Te tengo incluso algunas fotos de lo que está organizando, pero eso ya será motivo de una siguiente carta.

Te quiero muchísimo,

Tu papá.

Tags Blogalaxia: .

sábado, 16 de agosto de 2008

La espera desespera (y también duele un poco)

Hijita mía,

Faltan menos de dos meses para que al fin te podamos tener en brazos. Desde que supimos que Papá Dios nos había dado el regalo de tu venida, supimos también que la fecha probable de tu futuro cumpleaños sería entre el 12 y 14 de octubre. De eso estábamos seguros hasta la última vez que tu mamá vio a la doctora que la está cuidando mientras tú creces y creces. Ahora... ya no estamos tan seguros.

Resulta que en esa ocasión la doctora nos dijo que estabas muy grande, que habías crecido muchísimo y que estabas muy sana. Es más, nos dijo que aunque tu edad era 24 semanas (6 meses) tenías físicamente el tamaño de una bebé de 27 semanas. Es decir, que tenías el tamaño que tendría normalmente un bebé de 7 meses. Un mes puede no hacer mucha diferencia para un adulto e incluso para un niño, pero para un bebé que está en la barriguita de su mamá... sí que la hace.

Entonces la doctora nos dijo que podían pasar dos cosas: una, que decidas nacer antes de lo previsto y probablemente dando a luz de forma natural, como quiere tu mamá. O dos, decides que las cosas son cuando deben ser y naces en la fecha programada. Pero para ese entonces puede que seas tan grande que la doctora tenga que operar a tu mamita para que nazcas sin problemas. Aún no tenemos modo de saber qué pasará. Este lunes, dentro de dos días, iremos nuevamente donde la doctora a que nos cuente cómo estás, así que tal vez tengamos alguna noticia nueva.

Tu llegada, incluso aún antes de nacer, ha cambiado nuestras vidas en varias formas. Por ejemplo, tu mamita ya no puede dormir bien. La espalda le duele mucho por el peso de la pancita y por esa misma pancita tampoco puede dormir boca abajo, como a ella siempre le ha gustado. Pero no te asustes ni te apenes, porque es un dolorcito que ella sobrelleva con mucho amor. Ahora, más que antes, la despiertas durante la noche con tus pataditas y tus movimientos, y el sueño se le va y tiene que prender la televisión para distraerse en algo (conversar conmigo no puede, porque yo estoy durmiendo como un tronco al costado y a ella le da pena despertarme). Desde hace algunas semanas se ha hecho ya frecuente que tu mamá recién pueda dormir como a las siete de la mañana, hora en la que yo me levanto y a veces la encuentro en la computadora, o viendo la TV como te dije antes, o mirándome. En ocasiones ella se siente mal por no poder hacer una cosa u otra debido al dolor, pero también se siente feliz de llevarte dentro de sí. Son sentimientos encontrados en los que la alegría de tenerte, como te dije antes, se sobrepone a todo el resto.

Pero no todo lo que es relacionado con su barriguita es dolor, también es motivo de risas. Tu mamá y yo nos reímos cada vez que vemos que su ombligo se ha puesto chinito porque la piel de la barriguita se está estirando. Cuando está echada en la cama y quiere pararse, los dos nos carcajeamos porque parece una tortuguita con la panza hacia arriba, que se mueve y se mueve y no se puede voltear. O cuando llegamos a la casa la tengo que ayudar a quitarse los zapatos porque con la pancita no llega a tocarse los pies, y ella se ríe cuando me dice "ayúdameee... ¡no puedo!". En una de estas ocasiones, en las que estaba intentando quitarse las medias, fue cuando se le ocurrió un apodo en base a una película animada que han estrenado hace unos días. ¿Cómo así? imagínate esta escena: tu mamá está sentada en la cama y está estirando la pierna para que su mano pueda alcanzar su pie. Ahora mira este afiche:



Fue así como nació "Kung Fu Panza", la nueva heroína que es mi esposa y es tu mamá.

El martes que viene, al día siguiente que visitemos a la doctora, tu mamá irá también a aprender cosas que le servirán para el momento de tu llegada. Le van a enseñar cómo respirar para relajarse, algunos ejercicios que la ayudarán para ese momento y algunas otras cosas más que no sé y que ella tendrá que contarme porque yo, con todo el pesar del mundo, no podré acompañarla: las clases son en las mañanas y no tengo modo de salir de la oficina para ir con ella. Me da mucha pena, pero aunque pregunté en varias clínicas por los horarios de la Psicoprofilaxis de Parto (sí, así se llama... nombre complicado, ¿no?) no había ninguno disponible en las noches o los fines de semana. Bueno, como te conté antes, Papá Dios organiza las cosas para algo, así que sólo nos queda seguir trabajando juntos en el resto de cosas y ver luego qué es lo que Él tiene dispuesto para nosotros.

Sea cual sea el momento en que leas esto, y estemos donde estemos, recuerda que te quiero mucho. La semana próxima te cuento qué nos dijo la doctora.

Te quiero, princesita.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , , .

sábado, 9 de agosto de 2008

¿Cómo te vas a llamar?

Mi princesita,

Hoy es sábado y aunque ya son casi las dos de la tarde, no he podido evitar el quedarme un rato más en la oficina para escribirte. Sé que tu mamá está en casa bañándose y cambiándose para que cuando yo llegue vayamos a comer a la casa de su mamá, tu abuelita Elba. Aprovechando ese tiempo, quiero contarte una de las cosas que te prometí ayer: la incertidumbre que tenemos acerca de cómo te vas a llamar.

Debo decirte que, literalmente, casi todo el mundo ha metido su cuchara en esta sopa; desde nuestros amigos hasta nuestra familia. Una amiga nuestra incluso ya te llama por uno de los nombres tentativos que tenemos, simplemente porque a ella le gusta y punto. Sí, somos nosotros los que tenemos la decisión final, pero la tarea no es fácil.

¿Por qué? porque no es cuestión de usar cualquier nombre. Si lo fuera, lo más fácil sería llamarte "Juana" y se acabó (con perdón de las Juanas). Pero no, el nombre dice mucho de una persona y hay quien dice que incluso marca el destino que tendrás. Un amigo nuestro, esposo de una amiga de colegio de tu mamá, nos dijo alguna vez, antes que supiéramos que eras niña: "Tienes que imaginarte cómo suena el nombre con el título de 'presidente': 'Presidente Alejandro Guevara Mendieta', por ejemplo. Fuerte, con carácter". No me pareció mala idea. Desde entonces, con un poco más de ganas, buscamos con tu mamá un nombre que a ambos nos guste, que nos parezca dulce pero a la vez recio, con carácter. Obviamente, no es la combinación más fácil de encontrar.


¿Viste la foto? la acabo de tomar. Es el escritorio de mi oficina. La hoja que ves encima de la mesa es un listado de nombres que tu mamá hizo hace algunas semanas, y en el monitor de la computadora que está al lado está el texto que te estoy escribiendo. La lista fue hecha por tu mamá recopilando nombres que habíamos encontrado en internet, que nos habían sugerido y que a nosotros nos gustaban.

Te transcribo los nombres que decían allí, para que sepas dentro de algunos años cuáles eran los que considerábamos para ti:

Abril, Alejandra, Belén, Emilia, Fátima, Flavia, Gracia, Gaia, Denisse, Leticia, Lucía, Miranda, Mia, Paula, Ivanna, Pía, Rafaella, Ariana, Luna, Doménica, Fabiana, Micaela.

Tu tía Fabiola, prima de tu mamá, nos envió un correo electrónico con nombres que a ella le habían gustado y que nos parecieron también sugerencias muy buenas:

Alessia, Arantza, Alessandra, Kiana, Camila, Flavia, Fernanda, Macarena, Nicole, Valentina, Tiara (no incluyo tres repetidos de la lista anterior).

Falta un nombre, Isabella, que a muchos nos gustó pero es muy similar al de una persona con la que tuvimos varios problemas, así que decidimos descartarlo. Todo esto fue una lluvia de ideas, que íbamos depurando mientras más crecía la lista. Este proceso fue (me corrijo: ES, todavía continúa) muy variado, con motivos de todo tipo, desde los graciosos hasta los serios, como este último caso.

A mí me gustó en un primer momento, por ejemplo, Miranda. Siempre me sonó como apellido, pero averiguando por aquí y allá supe que era un también un nombre, y no sonaba feo. Abril quedó descartado cuando le dije a tu mamá "¿y cómo se va a llamar su hermano, Mayo?". Alejandra no le gustó a tu tío Roberto porque tuvo una novia con ese nombre que resultó medio loca. Fátima, Nicole e Ivanna ya los tenía mucha gente, nos dijo tu abuelita Elba. A mí me encantó, y todavía me gusta, Lucía. Rafaella también (es un candidato muy fuerte para tu nombre) aunque hay algunos reparos porque tu primo se llama Rafael. Gaia se descartó porque sonaba como "gallo". A tu mamá le gustó mucho Mía, pero le dije que los chicos te iban a fastidiar el colegio diciéndote "tú eres mía" y la cosa quedó allí. A mí me gusta Doménica, pero tu mamá dice que es muy largo, tu tío Christian dice que es nombre de vieja y a algunos amigos tampoco les gusta. Ariana y Alessia son los nombres de las hijas de un colega mío de la oficina. Y así por el estilo: todos los nombres tienen alguien a quien le gusta y también algún detractor, algún motivo a favor y otro en contra.

Ya te contaré otro día por qué nombre nos decidimos, cómo lo hicimos y cuál fue nuestro motivo. Yo, por ahora, estoy feliz llamándote Mi Preciosa.

Te quiero mucho.

Papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , .

viernes, 8 de agosto de 2008

¡Eres una niña!

Mi hija linda,

He querido escribirte hace ya varias semanas, pero no he sabido darme el tiempo necesario para hacerlo. Esta tarde de viernes sí, aprovechando un poco de tiempo libre en la oficina. Me moría ya de ganas de escribir esta carta, porque muchas cosas han pasado con relación a ti. Entre ellas, dos muy importantes.

La primera es que a fines de febrero tu mamá y yo nos enteramos que venías en camino. Fue una emoción indescriptible, una mezcla de alegría, temor, esperanza y agradecimiento. Y nos enteramos de la manera más curiosa: fuimos al médico porque tu mamá se sentía enferma; pensaba que había comido algo que le había caído mal pues se sentía con mareos y vómitos (otro día te contaré de lo duro que fue para tu mamá esta etapa). Luego de ir a la clínica y pasar un examen, nos dieron la gran noticia.

Empezamos entonces a ir a los controles mensuales en esa misma clínica, en la que dos veces hicieron a tu mamá una ecografía, pero en ninguna de esas ocasiones me pudieron dar una grabación de lo que vimos. Eso fue lo que finalmente hizo que decidiéramos irnos de allí; fue demasiado para mi el ver tus imágenes pateando dentro del vientre de tu mamá y levantando el brazo abriendo y cerrando la mano, como si nos saludaras, para que al final nos dijeran que no había sido posible registrar el video. Se suponía incluso que en la segunda ecografía, en la que tenías ya casi cinco meses, podríamos saber si eras niño o niña. El encargado de la ecografía no fue capaz de decírnoslo.

Luego de pasar esta rabieta (tu mamá te contará luego cómo me puse), una amiga mía me recomendó una clínica de la que ya me habían hablado antes y a la doctora que la había atendido. Le hice caso, y cuando fuimos a que controlaran tu desarrollo, la doctora utilizó un ecógrafo pequeño y nos dijo que probablemente eras una niña. Esto fue lo segundo más increíble que vivimos.

¡Una niña! no puedes ni imaginarte lo que esa noticia era para nosotros. Por mi lado, tu abuelita Amanda tiene tres hijos hombres (tus tíos y yo) y siempre quiso tener una hija. Papá Dios decidió que no fuera así, por lo que ella fue la única mujer de la casa durante muchos años. Lo mismo pasó con tu abuelito Manolo, que también quiso siempre tener una hijita. ¡No sólo eras la primera nieta, sino también la primera mujer después de la abuelita Amanda!

Algo parecido se dio en la casa de tu abuelita Elba. Ella tiene una sola hija, tu mamá, y también eres su primera nieta. Pero lo aún más especial viene de parte de tu bisabuelita Carmen, la mamá de la abuelita Elba, pues no sólo eres la hija de su querida nieta Katia, sino también su primera bisnieta luego de tus primos José Antonio y Rafael.

Pero volvamos a la clínica. Para despejar las dudas, la doctora mandó a tu mamá a hacerse una ecografía "oficial", es decir, una en un aparato más grande y completo, y realizada por un especialista. Pensamos que nos darían cita para otro día, pero tu mamá y yo nos miramos la cara con sorpresa y alegría cuando nos dijeron que el examen podría ser en ese mismo momento, si nos apurábamos (eran casi las ocho y el consultorio de ecografía cerraba a esa hora). Fuimos corriendo -literalmente-, llegamos a tiempo y fue allí donde nos confirmaron la gran noticia: ¡efectivamente, eras una niña!. Llamamos por teléfono a ambas abuelitas: no puedes imaginarte el llanto de emoción y alegría de ambas al darles la noticia. Tu mamá conversó con tu abuelita Elba y yo conversé con la abuelita Amanda. Recuerdo que entre lágrimas ella le dijo a tu mamá, cuando le pasé el teléfono: "¡gracias por darme la hija que nunca tuve!".

Lo segundo mejor para mi de esa noche fue que esta vez sí me dieron un video con tu imagen registrada, tal como yo quería. Lo único malo fue que no tenía audio, pero no me importó: ya te veía, podía casi acariciarte tocando la pantalla, viendo cómo te movías y cómo te chupabas el dedo dentro del vientre de tu mamá. Nunca había manejado el programa de edición de videos que tenía en la computadora de la oficina, pero de algún modo logré manejarlo de forma muy rudimentaria unos días después, una tarde en que me propuse de una vez por todas hacer lo que había proyectado: Le puse algunas canciones que había escuchado y me habían gustado mucho (la primera es la banda sonora de una película, y cuando la escuché supe que sería para mi hija, aunque aún no eras ni un proyecto), la subtitulé y la subí a YouTube. Este fue el resultado:



Perdóname que el título del video diga simplemente "Guevara Mendieta" pero aún hoy, casi dos meses luego de enterarnos que eras una niña, no podemos decidirnos por el nombre. Quiero contarte acerca de todos los nombres que ambas familias han pensado para ti, pero eso ya será en una siguiente carta... tu mamá me espera.
Te quiero mucho, hijita de mi corazón.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , , .

miércoles, 6 de febrero de 2008

Papá Dios

Hijito mío,

Aún antes de empezar a escribir este blog, luego que tuviera la idea de hacerlo, pensaba en los temas sobre los que debía escribirte. Y pensé que antes que cualquiera, antes incluso que escribirte de la familia o de la sociedad, debía hablarte de Dios.

¿Por qué sobre Dios? ¿existe? sí, existe. No tengo medios para probártelo. No te lo puedo presentar, no tengo su foto, no tengo grabada su voz; sólo tengo mi vida para enseñarte qué es lo que Él hizo de ella y cuán feliz, dentro de todos los problemas, puedo ser sabiendo el amor tan grande y el cuidado que tiene por mí, y aún desde ahora, por ti.

De chico, debe haber sido a los cinco o seis años, recuerdo haberle preguntado a mi mamá, tu abuelita, dónde estaba Dios. La respuesta invariable era que estaba en el Cielo. Y yo levantaba la vista, no viendo más que manchas blancas sobre un fondo celeste. Y Dios, por ello, era etéreo. No era más que un concepto filosófico, seguramente el primero que nos enseñan a todos cuando somos pequeños.

¿Quieres que te cuente una cosa? a esa edad también, tu abuelita me decía "no te portes mal, Dios te está viendo". Y yo respondía, con mi lógica infantil: "¡pero si Él está en el cielo! ¡si estoy adentro de la casa, no me puede ver!". En ese momento, ella cambió su argumento a "Dios está en todas partes". Fue uno de esos momentos en los que la mente se queda congelada, tratando de comprender algo importante que a uno le han dicho.

"¿En todas partes?"
"Sí"
"¿En mi cuarto?"
"Sí"
"¿En la sala?"
"Sí..."
"¿En la cocina?"
"¡Sí!"

Entonces, decidí que tendría que hacer mis malacrianzas echado debajo de la cama de mis papás, donde sería imposible que Dios me viera. Ni modo, estando en tantos sitios -y mirando desde el cielo- era difícil que me encontrara allí. Y estuve un tiempo entre la cama y el suelo cuando agarraba los juguetes de alguno de tus tíos sin su permiso, mientras ellos lloraban buscándolos. Me imagino que si Dios hubiera tenido rostro, me habría mirado con una sonrisa tierna, ojos llenos de amor y pensando: "Ay, Gianmaaaarco..."

Pero ese tener que cuidarme de la mirada de Dios creó en mí la idea de que Dios era castigador. Tu abuelita, al igual que todos nosotros, no era perfecta; otro de sus argumentos teológicos era "Dios te va a castigar". Y para un niño no hay mayor miedo que el castigo, que aunque viniera de un ente aún volátil, provocaba que uno se tuviera que portar bien. Por si las moscas, ¿no?.

Crecí entonces con muchos conceptos contradictorios sobre Dios, y más contradictorios sobre la Iglesia Católica. No quiero ponerme a contarte en esta carta lo que me pasó -todavía no, porque cuando te lo cuente probablemente sea bastante largo y no quiero distraerte de lo que quiero que sepas primero- pero luego de ese suceso que marcó un antes y un después en mi vida, empecé a comprender algunas cosas.

Una de ellas, la principal, es que Papá Dios te ama. Mucho, muchísimo, mucho más de lo que te podemos amar tu mamá, tus abuelos, tus tíos, tus amigos y yo juntos. Te amó desde antes que nacieras tú, desde antes que naciera yo, desde antes que hubiera vida en esta Tierra. Para Él no hay tiempo, y Él desde siempre supo que ibas a existir, y desde siempre te quiso. De la misma manera nos quiere a nosotros. Y con tanto amor, sabiendo que es por Él que estamos aquí, le podemos decir "papá". Y ese título Él lo merece mucho más que yo. Si yo te quiero como un millón, Él te ama como cientos de miles de millones. ¡Y me quedo chico con los números!

Por eso, Él no castiga. Si hay cosas que nos pasan, no es porque Papá Dios no nos quiera, sino porque Él deja que nos pasen por algo. Tal vez es para que aprendamos algo, tal vez es para que maduremos, tal vez para que nos hagamos más fuertes, tal vez para que nos hagamos más puros. Es una pena, pero no siempre podemos entender a Dios. Imagínate, si pudiéramos entenderlo, Él ya no sería Dios.

Y sí, Papá Dios está en todas partes. Incluso abajo de la cama. Pero por sobre todo, está dentro de ti. No como lo están tus pulmones, tu estómago o tu cerebro, pero te darás cuenta de ello si intentas estar un rato en silencio, solo, únicamente tú y Él. Con tanto ruido del que nos llena la vida, es difícil encontrar un momento para uno mismo, pero por favor créeme: vale la pena.

Se me vienen muchas más cosas a la mente por decirte, pero ésta es una carta, no una encíclica, así que por ahora me detendré aquí. A veces tengo miedo, y quisiera poder hacer desde ahora lo posible para cuidarte y protegerte. Pero lo cierto es que no es ésa una labor exclusivamente mía. Sólo puedo darte lo mejor de mí, enseñarte lo que sé y dejar que camines solo. Bueno, no solo: con Papá Dios.

Te quiero,

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , , , , .

domingo, 3 de febrero de 2008

Hola, hijito

Hola, m'hijo.

Te escribo estas líneas diciéndote "hijo" en general; no sé aún si serás niño o niña. No importa mucho saberlo. El español me obliga a elegir un género para tí, y que use el masculino no implica ni siquiera que yo desee que seas varón. Seas hombre o mujer, serás parte de mí cuando existas, y eso genera en mí una emoción indescriptible. Me emociona saber que algún día te veré, y temo que ello se vuelva en algún momento una constumbre.

Tengo ahora 33 años. Probablemente, para cuando puedas leer esto y comprender estas líneas en su plenitud, yo ya haya pasado los cincuenta. Espero para ese entonces, si aún Dios me da esa gracia, haber podido escribirte mucho, muchísimo más que esta simple entrada en un blog.

Hoy me he quedado solo esperando en mi oficina a quien yo creo que será tu mamá, si Dios así lo dispone. Estoy sentado frente a la computadora, a una que seguramente será muy distinta a la que tú tendrás cuando tengas mi edad, tratando de aclarar mis ideas para que no te sientas confundido si aún a corta edad empiezas a leerme. Tengo mucho qué decirte; sé que tengo poca experiencia, pero me gustaría ir escribiéndola poco a poco. Puede pasar que con el tiempo cambie de ideas y me contradiga en algún tema. No necesariamente estoy loco: sigo aprendiendo y sigo madurando, y estoy seguro que tú podrás sacar tus propias conclusiones al respecto.

Tal vez te estés preguntando "¿De qué me va a hablar?". Corriendo el riesgo de aburrirte, quiero ir volcando aquí tanto las cosas que he aprendido como las que poco a poco iré también conociendo. Quiero conversar contigo y que sepas qué pienso sobre Dios, sobre la familia, sobre tus amigos, sobre la sexualidad, sobre los valores, sobre el estudio... pero no te voy a ir saturando de temas. Los iré ordenando de acuerdo a como los vaya escribiendo.

Seguramente en algún momento -cuando me leas y seas un adolescente- pensarás que soy un anticuado o que lo que pienso no se aplica a tí. En ese momento, sonreiré... yo pensé lo mismo de mis padres, que pensaron a la vez lo mismo de los suyos, y así sucesivamente. Es la misma historia en cada generación, y no es la única: mientras los hijos van ganando criterio, se van dando cuenta que sus papás sí tenían razón en muchas cosas. Pero bueno... cada uno tiene que vivir su propia evolución, y sólo me queda orar para que mi buen Padre Dios te cuide y te guíe siempre.

Te quiero mucho. No sé cuánto pueda legarte el día que yo parta y te deje, pero haz de saber que estaré siempre contigo, aún a través de estas líneas. Si no puedes (o si no quieres) hablar conmigo, recurre a ellas. Yo siempre estaré a tu lado, estés donde estés.

Tu papá.

Tags Blogalaxia: , , , , .