viernes, 31 de julio de 2009

Azul, rojo

Hijita linda,

No quiero dejar pasar tanto tiempo como antes, así que -robándole unos minutos a la oficina- voy a aprovechar para contarte que el martes y miércoles que pasé contigo en casa gracias a las fiestas patrias me sorprendiste de nuevo: has empezado a reconocer los colores por su nombre.

Puedo decir, orgullosamente, que tengo mi parte de crédito de ello. Estuve utilizando desde hace varios meses un juguete tuyo con forma de xilófono pero que en vez de un palito para tocar consta de ruedas dentadas de colores que al girar hacen sonar las láminas de metal. Míralo, está en la foto que aparece aquí al lado. Entonces, cada vez que jugaba contigo, te señalaba las ruedas una por una y te decía "¡Alessia, los colores! mira: lila, rojo, naranja, amarillo, azul" y tú mirabas el xilófono y me mirabas a mí, subiendo y bajando esos ojos inmensos y escuchándome atentamente. Nunca me respondiste ni me diste nada a entender, hasta que por supuesto, entró a tallar tu mamita.

Ella ya me había visto enseñándote los colores, así que -inspirada seguramente por todos los libros sobre estimulación temprana que está leyendo- decidió concentrarse en dos: el rojo y el azul, los dos colores que más te llaman la atención. Así, el 28 de julio, mientras yo estaba en otro lado de la casa (en la cocina creo, que me toca cuando estoy con ustedes) tu mamita me llama y me dice "Gianmarco, ven, mira". Cuando llego, tu mamita te dice "Alessia, señálame el azul. ¿Cuál es el azul?". Mientras hablaba, fijaste tu mirada en tu mamita y luego, lentamente, pusiste tu manecita sobre la rueda azul. No lo podía creer; miré a tu mamita con incredulidad. "Nooo... a ver, otra vez". "A ver Ale, otra vez para papito. ¿Cuál es el azul? ¿el azul?" y nuevamente señalaste la ruedita. Sobra decir que estallamos en bravos y aplausos, y como siempre, no me pude aguantar y te cargué y te estampé un beso en el cachete. ¡Qué orgullo! ¿Será normal que a tus casi 10 meses hagas eso? no lo sé. Lo que sí sé es que soy yo el que va a empezar a usar baberos por tu causa.

La de hoy es sólo una nota corta. Me quedo con ganas de escribirte y de contarte acerca de lo que te gusta ver por televisión, pero eso ya será en la siguiente carta porque estoy saliendo a almorzar contigo y con tu mamita. Es mi respiro del día y lo que me da fuerzas para continuar.

Te quiero mucho,

Tu papá.


lunes, 27 de julio de 2009

¡(R)Evolucionas!

Hijita mía,

Finalmente, me he obligado a escribirte y dejar a un lado las cosas de la oficina luego de ver un video que hace tiempo me envió un amigo. Se llama "canción de cuna" y es justamente eso. No pude evitar entonces dejar lo que estaba haciendo aquí en la oficina y ponerme a escribirte un rato, pidiéndote otra vez, como ya lo hice en algunas otras cartas, perdón por no haber escrito desde hace semanas. Estaba pensando si no sería mejor empezar a hacerte notas cortas en vez de las cartas largas que te escribo. No lo sé, será cuestión de pensarlo. Tal vez pueda hacer una mixtura de ambas cosas, ya veremos.

Comenzaré enseñándote el video del que te hablo líneas más arriba; ojalá te guste. Creo que resume muy bien lo que un papá recién estrenado siente y tiene en la cabeza.




Bueno, bueno. Para cuando leas esto, seguramente estarás pensando "qué pegajoso era mi papá". Sí, qué le voy a hacer. Te adoro y adoro a tu mamita; me es inevitable.

Desde inicios de junio, que fue la última vez que te escribí (¡qué barbaridad!) han pasado varias cosas. En ese momento olvidé contarte, por ejemplo, que estuviste enferma el primer cumpleaños que tu mamá pasaba contigo en brazos. Un resfriado muy fuerte hacía que no te pararan de salir moquitos por la nariz, y tu mamita tenía el corazón en un hilo porque cada vez que quería sacártelos, llorabas de tal manera que parecía que te estuvieran matando. Algún día te contaremos los malabares que hacíamos para poder sacártelos sin que los vecinos pensaran que estábamos matándote.

Afortunadamente, no dices ya sólo "papá", sino también "mamá". Y no sabes cómo se enternece tu mamita cada vez que te escucha decirlo. Sin embargo, siempre hay un pero: por algún motivo (tal vez porque te es más fácil decirlo) dices "papá" con cierta constancia, pero "mamá" sólo cuando estás enojada o llorando porque algo te incomoda. Hace unos días tu mamita te dejó en el cuarto unos segundos porque necesitaba ir a buscar algo para ti, y luego de salir escuchó claramente cómo la llamabas con un tono de exigencia increíble: "¡¡¡MAMÁ!!!". Bien lo dijo tu tía Charo, hermana de tu abuelo Javier: tú no pides, demandas.

El tanto enseñarte a contar (incluso desde la barriga) ha rendido sus frutos. Desde pocos días luego de nacer, siempre hice lo mismo: me ponía frente a ti con los dos puños cerrados y los dedos en dirección tuya, y empezaba: "A ver Ale, ¿te acuerdas de los números? uno (levantaba el pulgar de la mano derecha), dos (el índice), tres, cuatro, cinco..." y siempre me miras y te ríes cuando llego a diez, que es donde me detengo. Hace unas semanas, lo hice como siempre: "¡Alessia, los números! uno..." te me quedaste mirando, y cuando estaba empezando a levantar el índice derecho, dijiste "dos... tes". Me quedé asombrado, mirándote primero a ti y luego a tu mamita. "¡Muy bien, Alessia!". Me quedé feliz. Aún no pasa lo mismo con las vocales, pero cuando llego a la U siempre te ríes. Creo que te parece chistoso su sonido. Y aunque no digas nada, no importa. Basta que te rías al final para que lo haga de nuevo.

Ese avance está muy ligado a tus mejoras en la vocalización. A mediados de mayo nos sorprendiste cuando de pronto nos soltaste "atatatatata" seguido de la risa tan linda que tienes. Ahora es inevitable decirte también "¡Alessia! atatatata..." para que lo repitas. Lo más reciente en cuanto a este tema se ha dado hace pocos días, cuando luego de ver algunos DVDs de estimulación temprana que tenemos en la casa, empezaras a hacer sonidos con la lengua (y hablando de lengua, ahora que me acuerdo, todos nos reímos cada vez que por algún motivo decides poner la lengua entre los labios y hacer "prrrrrt". ¡Parece que le estuvieras sacando la lengua a alguien! y no ha sido pocas veces con que ha coincidido con la pregunta de alguien: "Alessia ¿quieres ir a tal sitio?". Miras con tus ojazos, sacas la lengua, la presionas entre los labios, y "¡¡¡PRRRRT!!!"). Creo que tengo algún video grabado con el celular en el que apareces aquí. Voy a ver más tarde si lo encuentro.

Como te pareces mucho a tu mamita, siempre la fastidio diciéndole que has sacado casi todo de ella (y le digo que, orgullosamente, tu nuca es mía). Y ahora más aún, cuando no sólo has aprendido a sonreir cada vez que alguien te enfoca con una cámara, sino que ha pasado que cuando has estado llorando por algun motivo y alguien te quiere filmar o tomar una foto, inmediatamente paras de llorar, miras a la cámara y se escucha tu "jijiji". Así como con tu mamá, parece que nadie nunca logrará verte mal.

Para terminar este pequeño resumen de lo que ha estado pasando (sólo lo más resaltante, porque han habido varias cosas más, pero no quiero aburrirte escribiéndote sobre cada detalle) te diré que hay un jueguito que te encanta: el "¿dónde está?". Consiste en cubrirte la cara con un paño o una "babita" (la tela que nos ponemos en el hombro para cargarte) y decirte "¿dónde está Alessia? ¿dónde está?". Inmediatamente te sacas el pañito y te carcajeas como sólo tú sabes hacerlo. Luego vienen las variaciones, claro: "¿dónde está papá?" y "¿dónde está mamá?" que terminan cuando retiras el paño de nuestra cara, e igual te ríes, como sorprendiéndonos mientras estábamos escondidos. Después, invariablemente, terminamos abrazándote y besándote a dos cachetes. No se necesita mucho para ser feliz contigo, ¿sabías?.

Algo un poco más actual: has pegado un pequeño estirón, y ahora estás midiendo 77 cm y pesas 10.2 kilos. Dentro de pocos días cumplirás ya 10 meses, y en unas semanas más cumplirás tu primer año con nosotros, el año más feliz que hayamos podido tener en nuestras vidas tu mamita y yo.

A veces ambos nos sentamos a conversar y compartimos nuestro nerviosismo por todo lo que se viene, por cómo queremos educarte, cómo queremos enseñarte a protegerte y a enfrentar a este mundo. Nos contamos qué nos gustaría enseñarte, cómo quisiéramos que te educaras, cómo queremos que te relaciones con ambas familias, qué valores queremos enseñarte. Y hay tanto que nos gustaría que aprendieras y que vivieras que no sé si te alcanzaría la vida para que lo hagas. Pero así somos los papás, soñadores con todo lo que algún día sus hijos harán. Sin embargo, será finalmente Papá Dios quien te llevará por el mejor camino, quien elegirá qué experiencias deberás tener para que puedas ser mejor persona y en quien finalmente confiaremos para que seas feliz, porque aunque nosotros te queramos como un millón, Él te ama como cientos de miles de millones. Y me quedo corto.

Eres mi vida, hijita.

Tu papá.