martes, 12 de enero de 2010

Navidad, amarilla Navidad

Princesita,

Hoy cumples un año y tres meses. ¡Cómo pasa el tiempo! parece que hubiera sido ayer cuando naciste y te trajimos a la casa. Veo las fotos de esa época y te comparo a cómo estás ahora, y las diferencias son increíbles. De la bebé pequeñita y frágil que eras en un inicio -y bueno, que en cierto modo sigues siendo- te has convertido en una niñita alta para su edad, muy inteligente, risueña e incluso coqueta. Yo mismo no podía creer lo que veían mis ojos -y probablemente si tu mamita me lo hubiera contado hubiera pensado que exageraba- cuando me di cuenta que estando parada encima de nuestra cama, conmigo agarrándote de la cintura, te mirabas al espejo con las manos detrás de la nuca y los codos levantados a la altura de los ojos, como quien posa para una foto. Luego saludabas al espejo, como una pequeña Señorita Mundo que mira a las cámaras caminando por la pasarela. He postulado entonces una teoría: la coquetería se transmite por los genes. Nunca nadie te lo enseñó, pero te gusta mirarte al espejo como tu mamita y ver cómo te quedan los ganchos de pelo (aunque luego te los saques).

Tu segunda Navidad no salió como la programamos, pero no quiero decir con eso que no saliera bien: salió distinta y enriquecedora. Todo comenzó la mañana del 24, cuando yo ya estaba cambiado para ir a la oficina. Estaba ya por salir y te noté con cara de somnolencia, lo que era raro porque ya te habías despertado hacía como una hora. Te cargué para despedirme; te di un beso y te sentí más calientita que de costumbre. Llamé a tu mamita y le pedí que me pasara el termómetro por si acaso; pensé "seguramente tiene un poco de calentura; hay que darle un poco de sus gotas". ¿Calentura? tu mamita y yo nos pegamos un susto cuando vimos la pantalla del termómetro: 39.5 grados.

Decidí antes de irme ayudar a tu mamita a darte las gotas para la fiebre. No puedo negar que estaba preocupado, porque aunque habías tenido fiebre antes, nunca habías llegado a esa temperatura. Mientras yo te cargaba, tu mamita mezcló la medicina con un poquito de agua con azúcar, para suavizar el sabor de las gotas. Trajo la mezcla, y cuando te estábamos dando las gotas, tuviste una arcada y vomitaste encima mío. Seguramente por ser papás primerizos, eso nos terminó de asustar. Llamamos a tu pediatra, que nos dijo que te diéramos un baño con agua tibia por al menos diez minutos. Luego llamé a la oficina para avisar que no iba a poder ir. Te metimos a tu tina y cuando saliste te tomamos la temperatura: 38.5. Había bajado al menos un poco; no dejaba de ser fiebre, pero al menos ya no era tan grave.

Nos quedamos un poco más tranquilos, pero no nos duró mucho tiempo. Te tomábamos la temperatura con frecuencia y nos dimos cuenta que tendía a subir de nuevo. Llamamos nuevamente a tu pediatra -o al de turno en la clínica, no lo recuerdo bien- y nos dio los nombres de algunos medicamentos para darte, incluyendo unos supositorios que obviamente ni tu mamita ni yo habíamos puesto antes. Tu mamita llamó a tu abuela Elba, que le enseñó cómo colocártelos. Déjame decirte que no es ni de lejos mi forma favorita de darte una medicina.

Pensamos nuevamente que con eso sería suficiente, pero todo el día estuviste en un sube y baja de temperatura que no nos dejó tranquilos. Nos dieron las 9.30 de la noche y no querías bajar de 38 grados. Tentamos una última llamada al pediatra, ya con miedo de que nos considerara odiosos por llamar a esa hora en la víspera de Navidad, pero por suerte nos tuvo mucha paciencia. Le contamos que habíamos planeado recibir las doce de la noche en casa de tu bisabuela Amanda y le preguntamos si podíamos sacarte abrigada. Nos dijo que sería mejor que primero sudaras la fiebre y una vez que bajara de 38 grados te lleváramos abrigada. Con alguna esperanza, decidimos esperar. Pero una hora después tuvimos que llamar para avisar lo que pasaba y que no podríamos ir. Así nos resignamos a pasarla los tres solos.

Sobra decir que la noticia entristeció la casa de tu bisabuela Amanda, que había colocado en su techo un Papá Noel grande para que lo vieras y que había iluminado la casa especialmente para ti. Pero todos coincidíamos que era mejor no arriesgarte a salir en esas condiciones, además de que por la temperatura no estarías del mejor humor.

Dado todo lo que había pasado y lo improvisto de tu fiebre, no habíamos preparado nada de comer porque planéabamos cenar allá. Tu mamita y yo conversábamos en voz baja mientras dormías y nos preguntábamos qué cosa querría Papá Dios decirnos al permitir que nos quedáramos los tres solos sin regalos y sin cena en un día tan especial como el nacimiento de Jesús. Llegó medianoche, y teniendo como telón de fondo las luces del árbol prendiéndose y apagándose, los fogonazos de los fuegos artificiales y las pequeñas explosiones que nos hacían temer que en cualquier momento te despertarías, fuimos al cuarto y te saludamos con un beso en la frente.

Y fue allí que creímos entender el mensaje de Papá Dios: el tener que darnos cuenta de qué es lo realmente importante en Navidad. No era la cena que nos esperaba en casa de tu bisabuela, ni los regalos con que te habían llenado, ni los esplendorosos fuegos artificiales, ni el árbol con sus luces y sus adornos. Era nuestra pequeña familia, el tenernos uno al otro, el saber que los tres somos todo en la vida para cada uno de nosotros. Ese fue el regalo de Jesús en su cumpleaños: el hacernos más conscientes de lo que es verdaderamente importante en nuestra vida.

Y como si Papá Dios nos quisiera engreír esa noche luego de entender su mensaje, durante la madrugada llegó tu tío Javier con la cena que nos enviaban desde su casa. Devoramos la cena y dormimos un poco.

No voy a cansarte contándote cómo tu temperatura subía y bajaba durante los días que siguieron. Basta decir que tu temperatura recién se normalizó el domingo 27, que recuperaste tu buen ánimo y tu buen humor rápidamente y que ahora estás como si nada, con tu único dientecito asomándose poco a poco en tu boca. Este 2010 está lleno de proyectos que están en manos de Papá Dios, y Él decidirá qué es finalmente lo mejor para nosotros. Mientras tanto, tu mamita y yo seguimos trabajando.

Te quiero mucho, hijita linda. ¡Feliz año! Eres, junto con tu mamita, lo más lindo que me ha pasado en la vida.

Tu papá.

Tags Blogalaxia:

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Se acabó el año

Hijita preciosa,

Sólo falta ya una semana para fin de año. El 2009 se ha pasado volando, y viene el 2010 con muchas expectativas y planes que dejo en manos de Papá Dios, que sabrá al final mucho mejor que yo cuán buenos son para nosotros. Claro que me gustaría que Su voluntad coincida con la mía, pero ya veremos qué es lo que Él nos depara.

Finalmente, luego de un poquito más de un año, salió tu primer diente. Por allí alguna vez me dijeron que no hay coincidencias sino "Diosidencias", pero la cosa es que tu primer diente surgió exactamente un año después de tu bautizo, el 13 de diciembre pasado. Otros niños de tu edad ya tenían dientes, lo que nos hizo consultar en algunas ocasiones a tu doctor, pero él nos dijo que el proceso era absolutamente normal. Ya luego tu abuelita Amanda nos contó que a mi y a tus tíos Christian y Roberto también nos demoró en salir la dentadura, y que no nos preocupáramos porque eso quería decir que tendrías buena dentadura. Ojalá sea verdad.

Por otro lado, tu mamita no cabe en sí de contenta desde que comenzaste a darle besos. Claro, no son besitos como tales, sino que abres la boca muy grande, como si quisieras comértela, y la pegas en su mejilla. Pero ella y yo estamos felices por esa muestra de afecto tuya aunque nos quede babita en la mejilla. ¿No se nota que somos dichosos contigo, no?

Ya aprendiste además a pedir "pan" y "parque". Te gusta comer (eso es de parte mía) y salir (eso es de tu mamá). Es toda una experiencia sacarte a pasear al parque que tenemos a media cuadra del departamento, porque te encanta caminar con nuestra ayuda en el césped y sentir cómo crujen las hojas secas bajo tus pies y tener muy cerca a las palomas, que se aglomeran alrededor del centro en busca de comida, sobre todo cuando alguien les comienza a arrojar migas. Claro, tu mamita y yo nos reímos porque cuando las ves todas juntas o muy cerca a ti las señalas, nos miras y dices "¡guau guau!", seguida de una corrección de tu mamita o mía: "no mi amor, no son perros, son palomas". Cabe mencionar que nosotros te hemos enseñado a decir "perro" (es más, lo dices claramente cuando quieres) pero tal vez por haberlo asociado a su voz ("Alessia, ¿cómo hace el perro? guau, guau") es la imitación del ladrido lo que tienes más a flor de labios.

No sabes el gusto que nos ha dado a tu mamita y a mi estos días cuando hemos descubierto que ya has aprendido a encajar piezas. Tus tíos y tu abuelita Elba se han encargado de regalarte juguetes, especialmente aquellos que encajan (Lego y similares). Tal vez por vernos cuando te enseñamos a armar torres o a juntar las piezas descubriste que no era tan difícil y decidiste hacerlo por tu cuenta. Hablando de eso, te contaré que es imposible que veas una torre de piezas y la mantengas intacta. A veces, cuando estás jugando, estoy armando una torre con piezas a tu lado, y cuando junto unas seis o siete, te digo "Ale, mira, la torre". Dejas de prestar atención a lo que estás haciendo, miras la torre, estiras la mano y zas... un sacudón a la pila de piezas acaba con la corta existencia de la torre.

A inicios de este mes estuvimos también en el pediatra, que te midió (por primera vez de pie y no echada en la camilla para bebés) y te pesó. Resulta que tienes 82 cm y pesas 11.8 kg, lo que en sus propias palabras es "un muy buen aumento de peso". Tranquila, no quiere decir que estés gorda, sino alta y con muy buen desarrollo.

Creo haberte contado hace algún tiempo que parecía que ibas ya a caminar saltándote la etapa del gateo. Tu mamita estaba algo preocupada por eso, pero cualquier preocupación al respecto ya se disipó: ahora gateas, gateas y gateas por todos lados; sólo te falta hacerlo por el techo. No digo que te falta por las paredes porque da la impresión que lo hicieras cuando te agarras de una columna o de un mueble para hacer tus ensayos de ponerte de pie. Aún no logras mantener el equilibrio sola, pero ya dentro de muy poco podré verte de pie y moviéndote hacia donde tú quieras. Eso será todo un motivo de alegría pero también una razón para ponerte más atención, porque tus andanzas de exploración se multiplicarán y tendrémos que estar pendientes para que nada malo te ocurra.

Este mes hemos tenido tres matrimonios en tres fines de semana consecutivos. Sólo fuimos a dos, el primero y el último (al segundo no fuimos porque estabas muy incómoda y llorosa; no entendíamos por qué era tanto así, hasta que al día siguiente nos percatamos del asunto de tu primer diente, que hizo a tu mamita saltar de emoción cuando lo descubrió). Bueno, la cosa es que en las dos fiestas fuiste la sensación. Entraste y saludaste a todo el mundo moviendo la mano en vertical, al estilo de una participante de un concurso de belleza. Gracias a Dios y al trabajo sobre todo de tu mamita, eres una niña muy sociable. Debe ser también por lo querida que eres por toda la familia.

Tengo que quejarme de que, por algún motivo, cada amiga nuestra que tiene un hijo de más o menos tu edad ya habla de que él va a ser "tu novio". Y siempre mi respuesta es la misma: me quedo callado, levanto la ceja derecha y digo "en el convento no se pueden tener novios" (también en algún momento he dicho "no se va a poder, ya le reservé una plaza en un monasterio tibetano en lo más recóndito del Himalaya"). ¿Seré celoso? no sé. Me queda el orgullo de que me digan que mi hija es linda.

Te quiero, monjita linda (ya, es broma).

Tu papá.

Tags Blogalaxia:

martes, 17 de noviembre de 2009

El día 1-1-1-1

Querida hijita,

Hoy, sin querer, me di cuenta que es un día curioso para ti. A través de un contador que puse en el blog -y del que no sé si para cuando leas esta carta aún estará- me percaté que hoy, 17 de diciembre, tienes 1 año, 1 mes, 1 semana y 1 día de nacida.

Bueno, no es que sea una cosa trascendente, pero me pareció curiosa.

Esta última semana le diste por primera vez un beso a tu mamita. Siempre ella te decía "dame un beso" y te acercaba a su mejilla, y tú abrías la boca y le dabas el beso más húmedo y más cariñoso del mundo. Pero esta vez estiraste un poco los labios y le diste un besito que la emocionó y de paso me alegró, porque a pesar que fue "papá" tu primera palabra, y yo estaba feliz por eso, quería que hicieras alguna cosa nueva sólo para ella.

Pero no fue lo único con lo que nos sorprendiste estos últimos días. Al mismo tiempo que estás dando tus primeros pasos, te ha dado también por gatear. Y hace dos o tres días, cuando estabas jugando junto al comedor, en un ambiente que hemos acondicionado para ti con pisos de colores y juguetes, gateaste hasta una silla, te agarraste de ella (tu mamita se percató y agarró el respaldar para que no se te fuera encima), te arrodillaste y, mirando hacia arriba, te impulsaste y te paraste... ¡sola! ya antes lo habías hecho en la cama encaramándote en tu mamita o en mí, pero era la primera vez que lo hacías con un objeto en la sala.

Ya empezó, por tanto, nuestra etapa de cuidarte de todos los peligros. Hemos comenzado a tapar los tomacorrientes y a colocar temporalmente en las columnas que sobresalen de la pared los pisos de colores, que son blandos, para que si te golpeas contra ellas no te hagas daño. ¿Qué será de nosotros cuando empieces a caminar sola y a correr? no voy a poder acolchar el mundo entero, así que sólo me quedará rezar para que cada caída no te haga mucho daño y que te sirva para aprender cómo hacer las cosas mejor y cómo levantarte más rápido.

Hoy tus abuelitos Amanda y Manolo ya no están en la casa en la que vivimos desde hace muchos años. Se han mudado a otra zona, a un departamento, con miras a lo que se viene dentro de poco: tu tío Christian ya planea casarse con tu tía Tatiana, así que quedarán en casa sólo ellos y tu tío Roberto (que, a todo esto, bromea diciendo que dentro de algunos años le vas a presentar a tus amigas para ir a discotecas). Por tanto, la siguiente vez que los visitemos será en un ambiente totalmente nuevo, incluso para mí, que no conozco el lugar.

La de hoy será una carta chiquita. Por ahí me dijeron que es mejor escribir poquito frecuentemente que muy largo raramente, así que intentaré -de nuevo- contarte más cosas más seguido.

Te quiero mucho, hijita de mi corazón.

Tu papá.
Tags Blogalaxia:

viernes, 30 de octubre de 2009

Primera noche sin levantarnos

Mi Alessita,

Sólo una nota chiquita para contarte que anoche ha sido la primera vez que has dormido casi de corrido durante toda la noche. Te quedaste dormida un poco después de las diez de la noche, te despertaste -como siempre- pasadas las doce y luego un rato después, y de allí... ¡no despertaste hasta casi las seis de la mañana! ha sido la primera vez en poco más de un año que tu mamita y yo hemos dormido casi cinco horas seguidas. ¿Seguirás así las noches siguientes? ojalá. Ya me ha pasado varias veces que me he quedado dormido en el sillón de la oficina mientras tenía los ojos fijos en la pantalla de la computadora, y no es algo que quisiera que se vuelva a repetir.

(Hay quien dice "¡oye, pero tú descansa, deja que de eso se encargue tu mujer, tú tienes que trabajar al día siguiente!". No estoy de acuerdo. Tu mamita también trabaja, igual o más arduamente que yo, para que estés tan sana como estás. Y tú también eres hija mía, eres mi responsabilidad y mi adoración junto con tu mamita, así que tengo el deber/derecho de compartir ese "trabajo").

Aprovecho para contarte otras cosas: has agarrado la costumbre de, cuando te tengo cargada, sacarme los anteojos. Como aún no mides tu fuerza y no quiero quedarme sin lentes, los tomo de tus manos y me los pongo sobre la cabeza. Y cuando me ves los lentes allí arriba, no sé por qué, te pones china de risa, me miras y dices "¡tatatata!". Y como yo no soy capaz de aguantarme cuando me haces así, te termino abrazando fuerte y besando en la frente o en la mejilla. Ya te lo dije antes, soy meloso, qué le voy a hacer.

Ahora que ya estás dando tus primeros pasos (¡qué rápido pasa el tiempo!), los estás dando con unos zapatos que te regaló tu abu Amanda. Tienes hasta ahora tres pares: uno azul oscuro, uno blanco y otro rosado opaco con beige, los tres de cuero. ¡Son muy bonitos! cuando los tienes puestos, se nota que sientes la diferencia entre ponerte de pie descalza (o con medias) y con zapatos. Cuando estás con estos últimos, se te ve más segura para desplazarte y hasta para bailar (porque ahora ya no sólo mueves los brazos, también flexionas las piernas rápidamente subiendo y bajando, como haciendo sentadillas). Quienes también sienten la diferencia son nuestras espaldas... la columna de mamita y mía por ratos ya no dan más. Pero cuando te vemos feliz poniéndote de pie mientras te agarras de mi camisa o de la blusa de tu mamita, el dolor se mitiga. Nos hace muy felices el verte crecer sana, fuerte y buena.

Te cuento también que tu abuelita Elba ya nos está pidiendo que te demos un hermanito. Nosotros estamos de acuerdo, pero todavía en algunos meses más: si vieras lo cansada que está tu mamita por estar pendiente de ti las 24 horas del día, estarías de acuerdo conmigo en darle un tiempo de respiro. Aunque debo decir que ella también está ansiosa porque tengamos otro niño o niña. Eso sí: tu abuelita Elba quiere que tengamos un niño; a tu mamita y a mi nos da igual, aunque tengo que confesar que a mi me gustaría que fuera una hermanita. No sé, tal vez quiero ser el "rey" de la casa. ¿Y qué nombre tendría? huy, empezamos el trámite de nuevo...

Este fin de semana termina octubre y unos amigos nos han avisado de una fiestita de Halloween para niños en un club cerca a donde vivíamos antes. Tu mamita está pensando en tu disfraz; el año pasado, aunque no te disfrazó por completo porque eras muy pequeñita, te puso unas antenitas y un delantal de abejita. Vamos a ver qué se le ocurre este año; conociéndola, tu disfraz será toda una sensación (algún día te contaré cuando hace tres o cuatro años me hizo disfrazarme de Julio César y ella fue de Cleopatra para una fiesta. Espero que NUNCA se repita). Ya te tomaré algunas fotos.

Te escribo luego. Te adoro, hijita linda.

Papá.
Tags Blogalaxia:

martes, 27 de octubre de 2009

Un año después

Querida hijita,

Qué difícil es mantener mi palabra. Siempre te digo que voy a escribirte más seguido y fallo. Espero que Dios permita que sólo te falle en esto, que al fin y al cabo es sólo un registro de las cosas que te van pasando y que voy escribiendo para que algún día sepas todo lo que pasó incluso un poco antes que nacieras (incluso antes que tu mamita te tuviera en la pancita). Para lo más importante, estar a tu lado siempre, ruego al Señor que me permita estar siempre a tu lado.

Parece que fuera ayer cuando tu mamita y yo supimos que venías, y hace un poco más de dos semanas celebramos un año de tenerte en nuestros brazos. Vemos ahora las fotos que son de hace apenas algunos meses y nos pareces tan cambiada, tan crecida... tu mamita ya me está diciendo que a veces te mira y te imagina ya más grande, sin poder cargarte, y le da un poco de pena. Yo le he dicho que sí, que tenemos que aprovechar ahora todo lo que podamos para tenerte en brazos y apapacharte, pero que luego se vienen más etapas, y que cada una tiene su propio encanto. Mira esta foto que tomé en la casa de tu bisabuelita Amanda, donde celebramos tu primer cumpleaños:

Perdóname que sea papá chocho, pero esta foto me encanta. Refleja todo el cariño que tu mamita y yo te tenemos, y lo contenta que estás. Ella y yo daremos nuestra vida para que tú seas feliz -y si Papá Dios lo permite, tu hermanito(a) también.

Anoche tuvimos un rato difícil. Te despertaste exactamente 3:55 de la madrugada (lo recuerdo porque antes de levantarme le eché una mirada a mi reloj) y te pusiste a llorar a gritos porque querías que te cargáramos. Mejor dicho, eso fue lo que creí. Tu mamita, que tiene más experiencia que yo con esto por estar permanentemente contigo, descubrió luego que había sido porque tenías frío. Te abrigó, te dio de lactar y después de un rato, te quedaste dormida nuevamente. Eso, claro, luego que yo había estado intentando hacerte dormir por 25 minutos, paseándome de un lado al otro del cuarto mientras llorabas y dormías por intervalos. Te adoramos, pero no sabes las ganas que tenemos que duermas de corrido pronto.

Ya está aumentando la temperatura, pero estos días Lima ha estado fría. Y ello trajo consecuencias: primero caíste tú resfriada (tu segundo resfrío) y luego yo. Tu mamita, aunque se estuvo sintiendo mal, manejó mejor que yo su ambiente y lo que tomaba (limonadas calientes, por ejemplo) y hasta ahora no se ha visto muy afectada. Ojalá que siga así.

Hace poco tuviste tu última cita con el doctor antes de cumplir tu primer año. No sé qué te ha pasado, pero últimamente, a pesar que llegas del mejor ánimo al consultorio, basta que tu mamita o yo intentemos ponerte en la balanza del doctor o en la mesa acolchada que tiene para examinarte para que no sólo estalles en llanto, sino que armes un escándalo capaz de atraer a la policía. Yo supongo que debes haber asociado el que te echemos allí con el pinchazo de las vacunas, pero en realidad no tengo certeza de eso. En medio de todo el alboroto que armaste, y a pesar que no dejabas de moverte para soltarte, el doctor logró tomarte algunas medidas (que tu mamita sospecha podrían ser erróneas, por la forma cómo tratabas de zafarte a gritos, manotazos y patadas de la mesa y de la cinta del doctor, que rodeaba tu cabeza). Bueno, digamos entonces que los resultados aproximados son que estás midiendo 81 cm y pesando 10.9 kilos.

Tengo que contarte también que has aprendido a bailar. Claro, aún sin caminar totalmente (porque a gatear no le quieres hacer mucho caso, pero te mueres de ganas de pararte y de mantenerte en pie, y ya estás dando tus primeros pasos ayudada por nosotros), pero tu mamita te ha enseñado a mover los brazos hacia arriba y hacia abajo, de forma intercalada. Imagínate la escena: estamos almorzando los tres y comienza un comercial de un programa que te gusta. Automáticamente, levantas el brazo derecho, lo bajas y levantas el izquierdo y así sucesivamente, mientras tu cabeza va hacia un lado y hacia el otro. ¡No sabes lo linda que se te ve! aún no he podido filmarte, pero espero hacerlo dentro de poco.

Hablando de programas que te gustan: en mi última carta te prometí contarte qué programas de televisión te gustan. Pensando en eso, decidí robarle algunas horas al trabajo y conseguir algunos videos para que los vieras. No son todos los programas que te gustan, pero sí los tres que más ves.

El primero, que te encanta (y que incluso a tu mamita y a mí nos gusta mucho, sobre todo por la adaptación de las piezas musicales) se llama Backyardigans. Trata de las aventuras imaginarias de un grupo de cinco niños (bueno, son animalitos pequeños, pero digamos que son niños) que se juntan a jugar el patio trasero de sus casas, que comparten un área común que es un gran jardín. Mientras están allí, se imaginan en un sinfín de situaciones, en los que son desde personajes mitológicos hasta extraterrestres. Mira, esta es la introducción del programa:



Otro programa que te gusta mucho se llama Lazy Town. Es la historia de un pueblito en que todos eran -justamente- ociosos, hasta la llegada de una niña y del superhéroe de la historia, que se llama Sportacus. Mira, encontré justamente el primer capítulo para ponerlo en tu carta. Perdona que casi al final aparezcan unas letras con un nombre medio raro, pero fue añadido por la persona que originalmente subió los videos a internet.







No pude aguantarme y subí esta canción, que a tu mamita y a mí, por ver el programa contigo, se nos pegó por su ritmo pegajoso. Se llama "Somos piratas".



Finalmente, otro programa que te llama la atención es Hi5. Es un programa de juegos y estimulación conducido por un grupo de cinco chicos que cuando cantan y bailan provocan que no puedas dejar de verlos. Aquí una de sus canciones, "Cinco Sentidos".



Quedan varios que también te han llamado la atención, pero dejemos por ahora a estos tres, que son los principales para ti (en realidad, ya no sólo para ti, porque si antes tu mamita y yo veíamos sobre todo noticieros, ahora hasta sabemos de memoria el horario de Backyardigans y comentamos lo que pasó en tal o cual capítulo. Así nos cambiaste la vida).

Estamos a punto de terminar octubre, y luego de ello sólo faltará un tris para terminar el año. El 2010 es un año que tiene muchos proyectos para nosotros, pero dependerá finalmente de lo que Papá Dios piense que es lo mejor para nuestra familia. En Él hemos puesto nuestras tres vidas, así que veremos qué es lo que dispone.

Que este segundo año, mi vida, sea mejor que el anterior. Que crezcas sana, fuerte, buena y feliz. Te queremos muchísimo.

Tu papá.
Tags Blogalaxia:

jueves, 13 de agosto de 2009

Chús

Mi hijita hermosa,

Poco a poco te vas soltando y tu vocabulario y tus gestos van aumentando. Tanto así que hay días en que llego tarde a la oficina porque simplemente no puedo terminar de despedirme de ti. ¿Cómo así? pues en la mañana, luego de ducharme y cambiarme, me despido de tu mamita y de ti, en un orden que casi nunca cambia: a tu mamita le doy un beso, le digo que nos vemos más tarde, me acerco a ti, te doy un beso en la frente y te digo "chao, mi amor". Cuando me voy alejando, extiendo una mano hacia ti y te hago el gesto de despedida. A veces sólo te me quedas mirando, pero la mayoría de ocasiones sonríes, extiendes la mano y la mueves de un lado a otro, despidiéndote también. Ahora ya estoy forzándome a salir, pero hasta hace poco no me aguantaba, regresaba a ti, te cargaba, te daba otro beso y te volvía a dejar en tu cama. Y me despedía de nuevo... y a veces la escena se repetía. ¡Cuántas veces eso ha significado llegar media hora tarde a trabajar! sin embargo, el recuerdo de tu carita con una sonrisa dibujada en ella mientras me haces adiós compensa cualquier problema que hubiera podido haber luego.


Estos días han pasado cosas muy curiosas. Ayer, por ejemplo, cuando estábamos terminando el día y luego de bañarte y ponerte pijama, tu mamita se sentó en la cama y te puso en su regazo para que lactaras y durmieras (y para que luego ella misma pudiera comer y ducharse), pero luego de dos minutos aparentemente decidiste que ya era suficiente y te incorporaste. Tu mamita y yo nos fastidiamos un poco -hay que confesarlo- porque cuando te duermes ambos podemos dedicarnos a poner las cosas de la casa en orden, y mientras estás despierta sólo uno de los dos puede ocuparse de los quehaceres. En fin, te decía que te sentaste. Luego me miraste y sonreíste. Tu mamita te dijo "Alessia, ¿no vas a tomar más leche, no?" y yo, con mi cara seria, te miré y te dije con voz firme: "Alessia, toma tu leche".

Volviste a sonreir sin mirar a tu mamita, que había quedado detrás tuyo luego de bajarte de la almohada que estaba sobre sus piernas, y entonces lo lanzaste:

- Eche.

Tu mamita abrió más los ojos, levantando las cejas y tapándose la boca para que no se le notara la risa, pues se suponía que nos estábamos poniendo serios y tú habías decidido decir "leche" en tu media lengua pequeñita. Yo miré a tu mamita, aguantándome las ganas de reír, y luego volví a mirarte.

- Alessia, tu leche.
- Eche.
- ¿No vas a tomar tu leche, amor?
- Eche.

¿Qué íbamos a poder aguantarnos? tu mamita te abrazó desde atrás, yo dije "¡bravo! sí, 'leche'". "¿Qué vamos a poder enojarnos con ella?" me preguntó tu mamita. Yo me limité a asentir con la cabeza sonriendo contento y con ganas que ya hables más.

Algo parecido pasó hace pocos días pero para lo cual no tenemos ninguna explicación, pues no te habíamos enseñado nada al respecto. Como para cuando leas esto no vas a recordar nada de donde estamos viviendo, debo decirte que en nuestro cuarto hay una cómoda que a un extremo tiene la televisión y al otro un florero que tiene al pie tres cosas: la primera es un marco de madera con plata, muy chiquito y muy bonito, que tiene una foto tuya de cuando tenías unos cuatro o cinco meses. Las otras dos son "fotos" más grandes: una contiene a la Sagrada Familia y la otra a José con Jesús cuando niño. Siempre, por algún motivo, estas tres cosas te han llamado la atención.

Pero fue en una ocasión en la que te tenía cargada que sucedió una cosa que se ha repetido unas cuantas veces y que no deja de sorprenderme. Mientras estábamos al lado de la cómoda, extendiste la mano hacia el florero y el grupo de imágenes, como queriendo cogerlas. Te acerqué un poco más hacia ellas, y viendo cómo les prestabas atención, señalé la imagen de José y Jesús y te pregunté:

- ¿Quién es?

Sin mirarme, y sin despegar la vista del cuadro, respondiste:

- Chús.
- (¡¿QUÉ?!) ¿Quién?
- Chús.

Tu mamita, que estaba con nosotros en el cuarto, se acercó y te abrazamos, entre sorprendidos y alegres. Llamamos por teléfono a las dos abuelas para contarles, y ambas se pusieron felices. Luego, y como era obvio, tu mamita y yo conversamos del tema. Ninguno de los dos recuerda haberte dicho algo al respecto o haberte enseñado alguna imagen diciéndote a quién representaba. Como te dije alguna vez, sé que tengo memoria de hormiga y la razón me dice que en algún momento debo haberlo hecho (o tu mamita). No por eso deja de entuasiasmarnos. Por algún motivo, y no creo que sea sólo por la felicidad de ser tus papás, tu mamita y yo estamos convencidos que tú tienes algo muy importante por hacer aquí. ¿Qué cosa, referido a qué? sólo Papá Dios, que te cuida y te quiere mucho más que nosotros incluso, lo sabe.

No fue un hecho aislado, a pesar de todo. La escena se repitió en casa de mis papás, tus abuelitos Amanda y Manolo. Estábamos en su cuarto, en donde hay un cuadro del Corazón de Jesús, que también te llama la atención cada vez que vamos. En esa ocasión, te tenía cargada tu abuelita, e igual estiraste la mano hacia la imagen. Tu abuelita te acercó y te preguntó lo mismo.

- Alessia, ¿quién es?
- Chús.

"¡Sí, dice 'Jesús'!" dijo tu abuelita. No volviste a decirlo esa noche, a pesar de todo lo que te repreguntaron (supongo que debes haber estado pensando "¿qué pasa? ¿no hablo claro? ¡ya les dije!"). Desde entonces, han sido contadas las veces en que lo has vuelto a decir, aunque te siguen llamando la atención las "fotos" y el cuadro en la casa de tus "abus".


Ah, hijita linda... tu papá no puede escribirte muy seguido, pero cuando lo hace se entusiasma. Yo quería contarte, además de estas dos cosas, qué programas en la televisión te gustan, y también sobre las pequeñas cancioncitas que mamita compuso para hacerte reír en determinados momentos. El problema es que mis manos, una vez que empiezan a escribirte, toman vida propia y no me hacen caso cuando les pido resumir. Te prometo entonces contarte todo lo anterior en mi siguiente carta.

Te adoro, hijita de mi corazón.

Tu papá.
Tags Blogalaxia:

viernes, 31 de julio de 2009

Azul, rojo

Hijita linda,

No quiero dejar pasar tanto tiempo como antes, así que -robándole unos minutos a la oficina- voy a aprovechar para contarte que el martes y miércoles que pasé contigo en casa gracias a las fiestas patrias me sorprendiste de nuevo: has empezado a reconocer los colores por su nombre.

Puedo decir, orgullosamente, que tengo mi parte de crédito de ello. Estuve utilizando desde hace varios meses un juguete tuyo con forma de xilófono pero que en vez de un palito para tocar consta de ruedas dentadas de colores que al girar hacen sonar las láminas de metal. Míralo, está en la foto que aparece aquí al lado. Entonces, cada vez que jugaba contigo, te señalaba las ruedas una por una y te decía "¡Alessia, los colores! mira: lila, rojo, naranja, amarillo, azul" y tú mirabas el xilófono y me mirabas a mí, subiendo y bajando esos ojos inmensos y escuchándome atentamente. Nunca me respondiste ni me diste nada a entender, hasta que por supuesto, entró a tallar tu mamita.

Ella ya me había visto enseñándote los colores, así que -inspirada seguramente por todos los libros sobre estimulación temprana que está leyendo- decidió concentrarse en dos: el rojo y el azul, los dos colores que más te llaman la atención. Así, el 28 de julio, mientras yo estaba en otro lado de la casa (en la cocina creo, que me toca cuando estoy con ustedes) tu mamita me llama y me dice "Gianmarco, ven, mira". Cuando llego, tu mamita te dice "Alessia, señálame el azul. ¿Cuál es el azul?". Mientras hablaba, fijaste tu mirada en tu mamita y luego, lentamente, pusiste tu manecita sobre la rueda azul. No lo podía creer; miré a tu mamita con incredulidad. "Nooo... a ver, otra vez". "A ver Ale, otra vez para papito. ¿Cuál es el azul? ¿el azul?" y nuevamente señalaste la ruedita. Sobra decir que estallamos en bravos y aplausos, y como siempre, no me pude aguantar y te cargué y te estampé un beso en el cachete. ¡Qué orgullo! ¿Será normal que a tus casi 10 meses hagas eso? no lo sé. Lo que sí sé es que soy yo el que va a empezar a usar baberos por tu causa.

La de hoy es sólo una nota corta. Me quedo con ganas de escribirte y de contarte acerca de lo que te gusta ver por televisión, pero eso ya será en la siguiente carta porque estoy saliendo a almorzar contigo y con tu mamita. Es mi respiro del día y lo que me da fuerzas para continuar.

Te quiero mucho,

Tu papá.