lunes, 27 de julio de 2009

¡(R)Evolucionas!

Hijita mía,

Finalmente, me he obligado a escribirte y dejar a un lado las cosas de la oficina luego de ver un video que hace tiempo me envió un amigo. Se llama "canción de cuna" y es justamente eso. No pude evitar entonces dejar lo que estaba haciendo aquí en la oficina y ponerme a escribirte un rato, pidiéndote otra vez, como ya lo hice en algunas otras cartas, perdón por no haber escrito desde hace semanas. Estaba pensando si no sería mejor empezar a hacerte notas cortas en vez de las cartas largas que te escribo. No lo sé, será cuestión de pensarlo. Tal vez pueda hacer una mixtura de ambas cosas, ya veremos.

Comenzaré enseñándote el video del que te hablo líneas más arriba; ojalá te guste. Creo que resume muy bien lo que un papá recién estrenado siente y tiene en la cabeza.




Bueno, bueno. Para cuando leas esto, seguramente estarás pensando "qué pegajoso era mi papá". Sí, qué le voy a hacer. Te adoro y adoro a tu mamita; me es inevitable.

Desde inicios de junio, que fue la última vez que te escribí (¡qué barbaridad!) han pasado varias cosas. En ese momento olvidé contarte, por ejemplo, que estuviste enferma el primer cumpleaños que tu mamá pasaba contigo en brazos. Un resfriado muy fuerte hacía que no te pararan de salir moquitos por la nariz, y tu mamita tenía el corazón en un hilo porque cada vez que quería sacártelos, llorabas de tal manera que parecía que te estuvieran matando. Algún día te contaremos los malabares que hacíamos para poder sacártelos sin que los vecinos pensaran que estábamos matándote.

Afortunadamente, no dices ya sólo "papá", sino también "mamá". Y no sabes cómo se enternece tu mamita cada vez que te escucha decirlo. Sin embargo, siempre hay un pero: por algún motivo (tal vez porque te es más fácil decirlo) dices "papá" con cierta constancia, pero "mamá" sólo cuando estás enojada o llorando porque algo te incomoda. Hace unos días tu mamita te dejó en el cuarto unos segundos porque necesitaba ir a buscar algo para ti, y luego de salir escuchó claramente cómo la llamabas con un tono de exigencia increíble: "¡¡¡MAMÁ!!!". Bien lo dijo tu tía Charo, hermana de tu abuelo Javier: tú no pides, demandas.

El tanto enseñarte a contar (incluso desde la barriga) ha rendido sus frutos. Desde pocos días luego de nacer, siempre hice lo mismo: me ponía frente a ti con los dos puños cerrados y los dedos en dirección tuya, y empezaba: "A ver Ale, ¿te acuerdas de los números? uno (levantaba el pulgar de la mano derecha), dos (el índice), tres, cuatro, cinco..." y siempre me miras y te ríes cuando llego a diez, que es donde me detengo. Hace unas semanas, lo hice como siempre: "¡Alessia, los números! uno..." te me quedaste mirando, y cuando estaba empezando a levantar el índice derecho, dijiste "dos... tes". Me quedé asombrado, mirándote primero a ti y luego a tu mamita. "¡Muy bien, Alessia!". Me quedé feliz. Aún no pasa lo mismo con las vocales, pero cuando llego a la U siempre te ríes. Creo que te parece chistoso su sonido. Y aunque no digas nada, no importa. Basta que te rías al final para que lo haga de nuevo.

Ese avance está muy ligado a tus mejoras en la vocalización. A mediados de mayo nos sorprendiste cuando de pronto nos soltaste "atatatatata" seguido de la risa tan linda que tienes. Ahora es inevitable decirte también "¡Alessia! atatatata..." para que lo repitas. Lo más reciente en cuanto a este tema se ha dado hace pocos días, cuando luego de ver algunos DVDs de estimulación temprana que tenemos en la casa, empezaras a hacer sonidos con la lengua (y hablando de lengua, ahora que me acuerdo, todos nos reímos cada vez que por algún motivo decides poner la lengua entre los labios y hacer "prrrrrt". ¡Parece que le estuvieras sacando la lengua a alguien! y no ha sido pocas veces con que ha coincidido con la pregunta de alguien: "Alessia ¿quieres ir a tal sitio?". Miras con tus ojazos, sacas la lengua, la presionas entre los labios, y "¡¡¡PRRRRT!!!"). Creo que tengo algún video grabado con el celular en el que apareces aquí. Voy a ver más tarde si lo encuentro.

Como te pareces mucho a tu mamita, siempre la fastidio diciéndole que has sacado casi todo de ella (y le digo que, orgullosamente, tu nuca es mía). Y ahora más aún, cuando no sólo has aprendido a sonreir cada vez que alguien te enfoca con una cámara, sino que ha pasado que cuando has estado llorando por algun motivo y alguien te quiere filmar o tomar una foto, inmediatamente paras de llorar, miras a la cámara y se escucha tu "jijiji". Así como con tu mamá, parece que nadie nunca logrará verte mal.

Para terminar este pequeño resumen de lo que ha estado pasando (sólo lo más resaltante, porque han habido varias cosas más, pero no quiero aburrirte escribiéndote sobre cada detalle) te diré que hay un jueguito que te encanta: el "¿dónde está?". Consiste en cubrirte la cara con un paño o una "babita" (la tela que nos ponemos en el hombro para cargarte) y decirte "¿dónde está Alessia? ¿dónde está?". Inmediatamente te sacas el pañito y te carcajeas como sólo tú sabes hacerlo. Luego vienen las variaciones, claro: "¿dónde está papá?" y "¿dónde está mamá?" que terminan cuando retiras el paño de nuestra cara, e igual te ríes, como sorprendiéndonos mientras estábamos escondidos. Después, invariablemente, terminamos abrazándote y besándote a dos cachetes. No se necesita mucho para ser feliz contigo, ¿sabías?.

Algo un poco más actual: has pegado un pequeño estirón, y ahora estás midiendo 77 cm y pesas 10.2 kilos. Dentro de pocos días cumplirás ya 10 meses, y en unas semanas más cumplirás tu primer año con nosotros, el año más feliz que hayamos podido tener en nuestras vidas tu mamita y yo.

A veces ambos nos sentamos a conversar y compartimos nuestro nerviosismo por todo lo que se viene, por cómo queremos educarte, cómo queremos enseñarte a protegerte y a enfrentar a este mundo. Nos contamos qué nos gustaría enseñarte, cómo quisiéramos que te educaras, cómo queremos que te relaciones con ambas familias, qué valores queremos enseñarte. Y hay tanto que nos gustaría que aprendieras y que vivieras que no sé si te alcanzaría la vida para que lo hagas. Pero así somos los papás, soñadores con todo lo que algún día sus hijos harán. Sin embargo, será finalmente Papá Dios quien te llevará por el mejor camino, quien elegirá qué experiencias deberás tener para que puedas ser mejor persona y en quien finalmente confiaremos para que seas feliz, porque aunque nosotros te queramos como un millón, Él te ama como cientos de miles de millones. Y me quedo corto.

Eres mi vida, hijita.

Tu papá.

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